Opinión

Verdades incómodas

La libertad de expresión es uno de nuestros derechos fundamentales. Está reconocido en el artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos. La libre opinión va de la mano con el libre acceso a todo tipo de información, no se puede perseguir a una persona por sus ideas, investigaciones y la difusión de ellas en cualquier medio de expresión. El poder opinar de forma independiente en un país nos indica el nivel de respeto a los derechos de sus habitantes. Gracias a las distintas herramientas modernas de las que disponemos, tenemos acceso a todo tipo de contenidos.
Se han realizado diversas películas que abordan este tema, la función del periodismo y su papel dentro de la sociedad.
La cinta «Todos los hombres del presidente» (1976, Alan J. Pakula) fue inspirada por el libro, del mismo nombre, escrito por los corresponsales Woodward y Bernstein. En el texto publicado en 1974 se nos presenta al detalle el proceso de investigación del caso Watergate. El filme destaca por su forma de mostrarnos la actuación de la prensa en Norteamérica y nos sitúa en el año 1972, el diario The Washington Post delega la investigación de un extraño robo en la sede del partido demócrata a dos jóvenes periodistas de su sección local: Carl Bernstein (Dustin Hoffman) y Bob Woodward (Robert Redford).
Por la poca repercusión que tuvo el acontecimiento en los medios de comunicación con el paso del tiempo se fue olvidando, para muchos no pasó de ser un intento de robo sin mayores consecuencias. Habían atrapado a los culpables, por lo tanto, con su detención el caso se podía cerrar; sin embargo, este suceso escondía innumerables secretos, los reporteros se encargan de efectuar el seguimiento del caso, conforme avanzan sus averiguaciones, van descubriendo todo lo que se encubría realmente. Con toda la información recabada consiguen revelar las verdaderas motivaciones de los ladrones. La cinta destaca por su forma de exhibirnos el desempeño de estos comunicadores durante el proceso de sus indagaciones, demostrándonos que una prensa libre de ataduras políticas puede desmontar tramas corruptas.
Los dos periodistas llegaron al fondo del asunto, hicieron todo lo que estaba en sus manos, llamaron a distintas puertas, su rastreo les permitió llegar a un personaje que, de forma anónima, suministró pruebas de la corruptela imperante, para mantener en secreto su identidad le asignaron el apodo «Garganta profunda», este alías se basó en el nombre de una película para adultos muy popular durante los años setenta del siglo pasado.
Debido a su trabajo se desvelaron detalles que vinculaban esta operación con el presidente, la denuncia repercutió en la vida política de su país y trajo consigo la renuncia de Richard Nixon, no pudo ocultar la podredumbre imperante dentro del gobierno norteamericano.
El nombre del informante se mantuvo en secreto 33 años, desde la publicación del artículo en el diario, los reporteros nunca revelaron su fuente, tenían un acuerdo de no hacerlo hasta después de la muerte de Garganta profunda, sin embargo, en el año 2005 este decidió dar una entrevista a la revista Vanity Fair y dio a conocer su verdadera identidad. Se identificó como Mark Felt y se reconoció como el responsable que guió los pasos de los reporteros que investigaban el caso Watergate. Durante la entrevista dio detalles de la forma en la que ayudó a descubrir toda la inmoralidad del gobierno de Nixon, también contó que durante esa época era el segundo al mando dentro del FBI. Mucha gente sintió que, al conocer la identidad del informante, el libro y la película perdieron cierta magia. Algunos sostienen que este funcionario, después de la muerte del mítico jefe de esa institución: Edgar Hoover, aspiraba a dirigir esa agencia, pero no pudo, el presidente confió en otra persona. Critican que a raíz de ese suceso salieran a la luz esos actos de corrupción. Reducen su colaboración con The Washington Post a una cuestión personal motivada por el agravió de no ser ascendido, no obstante, el valor de su ayuda no se puede poner en tela de juicio.
No sé si en la actualidad la prensa tiene esa libertad de acción que se nos muestra en la película, efectuando investigaciones y denuncias en favor del bienestar común de nuestra sociedad, se siguen produciendo, o, por el contrario, deciden tomar el camino sencillo de unirse al séquito del gobierno de turno, ayudando a ocultar sus chanchullos, organizando campañas de desinformación para confundir al ciudadano de a pie y de esa manera distraerlo. Tal vez, aún existan periodistas que actúen con valentía ante casos difíciles de abordar y denuncien los actos deshonestos de nuestro entorno —cumplen a cabalidad su misión y son éticos en las noticias que ofrecen—. Esta será la única manera de valorar el desempeño de las distintas políticas que se plantean, cuanto mejor informados estemos lograremos elegir a los más capaces y no a los más populares. Tenemos que ser lo suficientemente listos para reconocer a los embaucadores y así evitar que nos tomen por tontos.

Mitchel Ríos

Lume

Agli