Opinión

Una sátira inteligente

En determinados momentos de la historia aparece gente con visión de futuro, visionaria. Estos distinguen, en donde nadie más lo logra, el peligro que está por venir y las consecuencias que podría sufrir la humanidad. Lo hacen en momentos en los que es difícil vislumbrarlo, cuando un régimen está en su apogeo y cuenta con el apoyo general.
Su papel activista desenmascara y desmonta las mentiras de los regímenes opresores, convirtiéndose en blancos a ser silenciados, ya que sus denuncias hacen tambalear el orden establecido.
Algunos con denuncias directas, otros de una manera sutil, siendo estos últimos los más difíciles de censurar. Uno de estos es Ser o no ser, obra producida durante La Segunda guerra mundial que nos legó una visión clara de lo que fue la manera de actuar de los nazis en Europa.
To be or not to be (Ernst Lubitsch, 1942) es un clásico del cine mundial. En su trama aborda las aventuras de un grupo de actores de teatro que se encuentran en Varsovia durante la ocupación nazi en Polonia. En esa tesitura se ven implicados en un sinfín de aventuras para evitar que un espía fascista de la Gestapo entregue a sus superiores una lista con los nombres de los miembros de la resistencia polaca. Para conseguirlo hacen uso de la única arma con la que cuentan y de lo que saben hacer, actuar.
Ser o no ser no deja títere con cabeza, es aguda en su crítica. En su desarrollo saca a relucir el lado absurdo de un sistema totalitario, en donde se castigan acciones que, en otro contexto, pasarían desapercibidas. En su trama ridiculiza a los que ostentan las riendas del poder.
Su propuesta es diáfana, plantea inteligentemente una narración con un mensaje cáustico, a esto se le añade su posicionamiento, se sitúa del lado de los oprimidos, y la única arma con la que cuenta es la de caricaturizar a sus opresores.
Una de las cosas que más impresiona de esta película es su guion y el modo de presentar su historia. Apela a ser claro en lo que quiere decir, no se va por las ramas. Nos restriega en el rostro, en tono humorístico, lo más detestable que, implícitamente, tiene en su forma de operar el fascismo, destruyendo todo aquello que se le opone y acallando la voz de los que les hacen frente, pues no encajan en su ideal, estos regímenes buscan tener una población aborregada que siga sus estipulaciones a pie juntillas.
Además, en la realización la gran variedad de personajes, detalles, subtramas y matices, hacen de la misma una de las mejores obras jamás rodada, con momentos sublimes. Su ficción es trepidante, no da tiempo a despegar la vista de la pantalla. En conjunto, se convierte en el espejo de un momento de nuestra historia, uno de los peores, que trajo pobreza y hambruna, produciendo heridas que han dejado una huella imperecedera en el imaginario mundial.
Entre broma y broma sus alegorías efectistas logran hacernos sonreír, como si el mundo fuera un gran teatro.

Lume

Agli