Opinión

Una realización actual

Reescribir las historias existentes está de moda. Últimamente, algunos estudios cinematográficos toman obras editadas en el pasado y las reformulan. En especial aquellas que, por su construcción, se prestan para el proceso.
En este contexto las que están siendo reelaboradas son las de dibujos animados. Se llevan a la realidad varios, con personajes de carne y hueso, trabajos que forman parte de la infancia de muchos.
Una producción que ha sido hecha de nuevo es Dumbo (Tim Burton, 2019). La historia, producida en 1941, del elefante de orejas grandes que se sobrepone a su destino, a pesar de tener un defecto de nacimiento consigue dar la vuelta a su fortuna y se convierte en la principal atracción del circo, es conocida por muchos, incluso encandiló a varias generaciones. Por eso fue arriesgado tocar una obra con tal fama, simplemente porque el público esperaba ver la reproducción de la misma, no obstante, la realización actual mantiene en esencia algunos componentes de la obra original. En esta nueva versión son los seres humanos los que dan sentido a las acciones, en contraste al de la obra animada, en donde tenían un papel preponderante los animales parlantes.
El guionista toma como base lo más importante de la creación original; de forma acertada le da nuevos aires, inserta apartados nuevos, al mismo tiempo se decanta por arquetipos diferentes y da nuevas características a las personificaciones que se nos muestran. Esta decisión nos da la idea de estar delante de algo actual y otorga al director libertad, además de herramientas para hacer gala de su técnica, no viéndose sujeto a los parámetros de la película de 1941. Gracias a su estilo nos ofrece un producto en donde se nota su destreza: hace que la trama enrumbe por otro camino, deja atrás la fábula original y da paso a nuevos actuantes. En cada uno de los encuadres y diálogos se percibe la influencia de Burton. No en vano, nos ofrece un buen producto y no se diluye en el intento.
Un apartado interesante es el de los efectos especiales, nos mantienen pegados a la pantalla, el nivel de detalle al que se está llegando es sorprendente, no se puede diferenciar lo real de lo generado por ordenador. A veces suelo preguntar después de visionar producciones en donde se hace uso de estos elementos: ¿qué te ha gustado más de la obra?, si la respuesta se centra en los efectos especiales, me da la impresión de que la obra no ha sido muy buena, entretenida tal vez, pero buena no. Estos efectos deben ser un apoyo y no el eje que dé realce a las demás partes, es cierto que todo entra por los ojos, pero sí el guion tiene incoherencias la postproducción no podrá solucionar esas carencias.
Lo mejor que se puede hacer al acercarse a esta obra es olvidarse de la original o, simplemente, dejar de lado todo lo que hemos podido ver. Las comparaciones son odiosas, como suelen decir. Es mejor meternos en la cabeza que no es la misma película y tomar lo que estamos viendo, la de 2019, como un producto inspirado en su predecesora. Toma la historia, a sus personajes los hace diferentes, los matiza, introduce nuevos componentes, reformula determinados aspectos, da colorido a otros, es decir, actualiza su trama a los tiempos modernos.

Mitchel Ríos

Lume

Agli