Opinión

Un viaje hacia adentro

Somos testigos de un viaje, uno en el que nuestros personajes van adquiriendo distintos conocimientos que les servirán para el resto de sus existencias. En ese proceso de formación tendrán cientos de escollos que saltar, porque, así como es una representación de lo que pasa en el mundo real, muestra la forma en la que se da ese paso, no es sencillo darse cuenta, pues, no viene con una bitácora que sirva de guía. Estos arquetipos, sobre la marcha, se dan cuenta de lo que es más conveniente para ellos, es así que, durante el proceso, consiguen enrumbar y dar con la fórmula para comprender las variaciones que están sufriendo. La vida es una suma de constantes cambios, por lo tanto, es necesario adecuarse a ellos; si eso no es posible ese trayecto no será exitoso, pues si fuera sencillo, no sería un proyecto, simplemente se daría con desearlo.
Una película de aprendizaje estrenada este año es Onward (Dan Scanlon, Pixar), una historia que narra cómo dos hermanos unen lazos a partir de sumergirse en la aventura de encontrarse, efímeramente, con su padre. En ese contexto se van reconociendo cada vez más cercanos y descubren las afinidades que los unen, exploran, de este modo, el valor de su parentesco.
De más está decir que las cintas de animación de PIXAR están logradas en todos sus aspectos (hacerlo sería redundar), cierto es que el efecto de las mismas es más o menos exitoso, mantienen un nivel que sabemos que no defraudará. En esta última realización sus dotes para narrar quedan demostradas. Toman elementos de la literatura fantástica, elfos, mantícoras, centauros, dragones, cíclopes, unicornios y les dan características diferentes, es decir, comportamientos que no nos esperaríamos de los mismos, pero que, dentro de su propuesta, consiguen atraparnos y mantenernos atentos, durante su visionado la expectación que genera va en aumento debido a todas las cualidades que ostenta, por un momento se pierde de vista que son meras animaciones y nos identificamos con ellas.
Es una realización con un mensaje claro: a veces la búsqueda que emprendemos más que externa debe ser interna, a pesar de que las ansias de encontrar el sentido a nuestra vida nos hagan perder de vista que lo imprescindible está dentro de nosotros y en las personas que tenemos alrededor. El viaje de formación es, en resumen, aprender a apreciar lo que poseemos.
De vez en cuando no viene mal ver obras que nos hablen de las interrelaciones, sobre la forma de enfrentarnos a la existencia, el aceptarnos como somos y sacar provecho de ello, comprendiendo que no es necesario ser perfectos, puesto que de nuestras imperfecciones devienen las características que nos hacen especiales (únicos), no tenemos que imitar a nadie, no tenemos que seguir determinados parámetros, tampoco es necesario mentirnos, todo en conjunto es parte de nuestra naturaleza, de nuestra esencia, de lo que vemos cada día al levantarnos, eso, que nos diferencia de los demás nos convierte en elementos esenciales dentro del grupo al que pertenecemos.

Mitchel Ríos

Lume

Agli