Opinión

Un grupo de soldados

Una película basada en eventos históricos, especialmente en hechos puntuales, momentos estudiados desde diferentes perspectivas y de uso popular, puede guardar total o parcial fidelidad con el asunto, por eso, el producto final es analizado, diseccionado, en especial por aquellos a los que no satisface, tratan de encontrar en las imágenes la historia que les ha sido contada miles de veces. Meterse en esta materia, el de hacer una película con referencias históricas (considero lo mismo para la literatura), es complicado, se sabe que la cinta será juzgada al milímetro, todo el mundo tendrá algo para decir, no será aceptada por unanimidad.
Hace poco vi «1898: Los últimos de Filipinas», una película ambientada a finales del siglo XIX, dirigida por Salvador Calvo y estrenada en 2017. Esta cinta se centra en los sucesos que tuvieron lugar en Baler, un pequeño poblado, en donde medio centenar de soldados españoles fueron enviados a ese país para defender esa guarnición hispana. Este contingente tuvo que resguardarse en la iglesia, el edificio que brindaba más seguridad ante un asedio. El ambiente prefigurado en el filme es el de un mundo en decadencia, los últimos días de un imperio.
Esta cinta fue duramente criticada por su poca rigurosidad histórica a la hora de abordar el tema, se considera que se habían tomado con cierta ligereza y ficcionado al extremo con un hecho serio, una página gloriosa de la historia, siendo una mala caricatura de aquel evento; la idea que deja es la de un grupo de hombres que no sabe a ciencia cierta porqué lucha, pecando de necedad en muchos casos, soltando constantes peroratas en desmedro de su accionar, en aras de desmitificar la heroicidad con la que actuó ese grupo de combatientes, dejando como idea final que los héroes eran los filipinos y no los defensores de la iglesia.
En la película los malos y los buenos no están claramente definidos, de un lado están esos soldados que defienden a la patria española y del otro, los que defienden a la patria filipina, el percibirlos como buenos o malos dependerá de la posición que tome el espectador. Ambos bandos cumplían con su deber, además, el que ve la película cuenta con información que no poseen los ocupantes de la iglesia, por eso sería tonto tildarlos de necios, estaban realizando su misión, ahí la respuesta del porqué el personaje encarnado por Luis Tosar se mantiene en su posición y, como buen militar, quiere cumplir su trabajo a cabalidad, tratando de que no decayera el ánimo de su tropa.
Quizá la película no sea fiel a los hechos históricos y se tome libertades, pero tomando en cuenta el despliegue de la realización, la ambientación, se ve un buen producto, los paisajes mostrados nos dejan sin palabras. La buena fotografía y la locación escogida hacen que verla sea como estar en ese espacio. A veces, centrarse en minucias, hace que uno no aprecie lo que se tiene delante de los ojos; muchos fueron a ver un documento histórico, olvidaron que visionaban una película, para documentos históricos están los documentales, estas producciones tienen que ceñirse a la realidad, a los hechos comprobables, se sustentan en la veracidad de lo que cuentan, en su mayoría son fruto de diversos estudios, esto no se le puede pedir a un filme. En la ficción, el director se puede tomar diversas libertades, puede darle su toque personal.  Como obra que se basa en un mundo posible, nos narra los hechos desde la perspectiva de quien dirige y escribe la producción, algo que pudo ser; por eso, 1898 los últimos de Filipinas, es una mirada diferente sobre un momento de la historia, una manera diferente de abordarlo, puede ser un punto de partida para conocer lo que realmente sucedió, para leer sobre el tema, en ese sentido, cumplió su función.

Mitchel Ríos

Lume

Agli