Creatividad

Un día raro

¿Qué me define?, ¿preguntas?, después de un largo rato haces una buena… pide otra ronda, yo pago, no creo que exista una sola cosa que lo haga, podría nombrar varias, quizás en un tiempo lejano hubiera sido más rotundo, hablas como si fueras viejo, no, no hablo como viejo, simplemente, no hace muchos años atrás te hubiera respondido de manera tajante. Ahora no tengo clara esa idea, por eso te digo, son varias cosas las que me definen, el entorno, la ciudad, mis gustos, no, a eso no me refiero. Si tú me respondes de forma más clara, me sentiría más a gusto.
—Sus bebidas.
En serio, es complicado resumirlo en unas sencillas formulaciones, en el pasado, sostendría que me definen mis costumbres, pero he ido dudando de ello.
No hace mucho tuvimos la misma conversación, ¿es necesario dar respuesta a todas las preguntas?, algunas habrá que no tengan, cierto, toda pregunta espera su réplica, como toda carta siempre tiene un destinatario, ahora hablas de la carta robada, no, no hablo, solo nombro un ejemplo, para hablar sobre ese cuento podría pasarme horas, una tarde no alcanzaría. Un año atrás, fui al Ateneo, a un seminario, la clase fue interesante, sí, lo recuerdo, esa vez te interrumpí cuando ibas a preguntar, sinceramente, pensé que harías una intervención en son de burla, no me conocías bien, por eso pensaba que ibas de broma, no obstante, estaba convencida que estudiar el psicoanálisis era difícil, con eso del yo, el ello y el súper yo, un tema demasiado denso, estabas equivocada, lo sé. Cuando comenzaron a hablar de películas, obras de arte y algunos temas más que manejaba todo comenzó a quedar más claro, esa vez interviniste para decir que Lacan no era lacaniano sino freudiano, no recordaba eso, era una anécdota, no venía a cuento, el asunto era más profundo, quería salir del paso, luego hablaron de filósofos, lo había olvidado.
Sin embargo, eras un cabeza dura, seguiste en tus trece, nombraste más asuntos, no venían al caso. Eran mis primeras incursiones en ese ambiente, las primeras veces son duras, uno tiene que pagar derecho de piso, no debería ser así.
—Un montadito y unas tapas para picar.
Debería ser más sencillo, no te compliques, este es el punto, no complicarse, los demás ya nos dificultan las cosas.
A mí me gusta estar solo, ¿seguro?, es difícil estar solo, pero, como siempre, nada es absoluto, mejor es dudar. Me gusta estar así, más en ciertas circunstancias necesito de alguien, solo un momento, después quiero volver a mi soledad, volver a mi espacio, en donde me resguardo del mundo, te escondes como un topo. Para topos, los que andan en el metro, entonces tú también eres uno, es cierto, eres uno más; a veces prefiero ir caminando, usarlo una vez te convierte en uno de esos bichos. Sois demasiado simplistas con vuestras afirmaciones.
—Un cortado.
Estar solo hace bien, porque cuando uno mantiene una relación por mucho tiempo termina causando problemas, sino fijaros en alguna de las parejas de aquí, miren a esa, tienen cara de pocos amigos.
Hay días que empiezan bien y se van torciendo en el camino. Ese día nos despertamos temprano, nos pusimos a escuchar música, algunas canciones instrumentales, otras antiguas, bailamos, yo las cambiaba, tú te pusiste a hacer otras cosas.
La jornada estaba siendo buena, sin embargo, nada es perfecto. Fuimos a la droguería, pillamos una pasta dental, luego nos dirigimos al supermercado. Cuando estábamos esperando a que cambiara el semáforo para cruzar nos entretuvimos recordando la temporada en la que nos mudamos, las discusiones que teníamos y las veces que recorrimos ese trayecto refunfuñando, nos reímos. El semáforo cambió y entramos al mercado, cogimos un carrito, por tonterías estuvimos en desacuerdo, entramos desternillándonos y salimos cambreados.
Quisiera tener un fin de semana tranquilo, pero a tu lado eso es imposible, a veces tenemos buenos ratos, hoy esperaba regresar como salimos, contentos, las cosas fueron por donde no debían, discutimos, ese buen sábado se fue al tacho. Para tratar de arreglar todo fuimos a tomar una copa, casi no hablábamos, constantemente éramos interrumpidos por unos chicos bulliciosos. Estaban sentados en una de las mesas, de soslayo pude contar seis. Hicimos nuestro pedido, nos lo trajeron. Seguimos discutiendo, tratando de cambiar de tema constantemente, estabas enfadada, eso se notaba en tu cara, en tu ceño fruncido, hablabas poco, más hablaba tu mirada, varias veces la esquivé, me acojonaba, a veces las cosas se salen de las manos, uno no calcula bien las reacciones, se habla por hablar, este es el problema, no pensar, lanzar lo primero que viene a la mente, es cierto eso de que las palabras hieren. Si pudiera regresar en el tiempo, no entraría a ese súper, vendría directamente aquí, pero uno nunca no sabe cómo irán las cosas.
Las parejas perfectas no existen, por eso, para formar una imperfecta mejor estar solo, he leído que uno debería de cambiar de acompañante cada cinco años, ¿en dónde?, en un diario de tantos, ahora no te podría decir el nombre, pásame ese artículo y te digo lo que opino, también se resolvió un gran problema matemático, hay una recompensa de un millón de euros por resolverlo, ¿quién paga eso?, un grupo de matemáticos pijos, pero el asunto no queda ahí. Esta solución puede abrir muchas posibilidades para el campo informático…
Nos retiramos de aquel lugar, comenzabamos a llamar la atención, no me gustaba, de camino a casa te pregunté: ¿sabes lo que me define?, no lo entendiste.

Mitchel Ríos

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