Opinión

Amor inesperado

El lunes pasado se estrenó el tercer capítulo de la serie The last of us, realización inspirada en el videojuego del mismo nombre. Los personajes que aparecen durante su trama se hacen entrañables, convirtiéndose en referentes por la forma en la que van evolucionando, llegando, al final de su aventura, a enriquecerse gracias a sus experiencias.
Este capítulo destaca debido a que se engarza perfectamente al argumento principal y lo llena de matices que engrandecen lo que se ve en pantalla. Se produce en paralelo a la trama principal que, muy bien, podría haberse pasado de soslayo, como un simple añadido, pero los productores decidieron ahondar en ella, lo que implicó otorgarle un espacio independiente y mostrar el alcance de su propuesta.
Toparme con esta narración fue algo inesperado, por la calidad de su dirección y montaje, como alguien dijo: no esperaba que esta serie me hiciera estar tan sensible.
Yo me senté en el sofá esperando ver como seguía la historia de Ellie y Joel, pero quedé gratamente satisfecho al ver como los realizadores se decantaron por mostrarnos unos personajes simpáticos, particulares, que a través de su desenvolvimiento nos cuentan su relato de un modo especial, dándole, con esto, toques representativos que consiguen emocionar a quien se detenga a verla.
El mensaje es claro, no todo está perdido si, a pesar de que el mundo esté sumido en el caos, existe la posibilidad de que surja el amor, independiente de quienes se lo profesen, porque este no conoce de géneros, no entiende de limitaciones mentales e ideológicas.
Todos tenemos la capacidad de entregarnos desinteresadamente, de disfrutar de un sentimiento único por otra persona, que, en cierto modo, da sentido a lo que hacemos en esta vida.
Se pueden hacer cosas solo, eso sin dudarlo, pero si se hacen en compañía son más sustanciales, pues nos dan recuerdos que nos acompañarán por siempre.
No suelo escribir sobre series que lleven pocos episodios, sin embargo, en esta oportunidad sentí que podía cogerlo como algo independiente, ya que cuenta con un relato propio que se puede analizar por separado, al ser una subtrama no requiere de ser ferviente seguidor de la serie para entenderlo. Además, somos testigos del proceso de una relación y como esta se va afianzando conforme se van sucediendo las imágenes en pantalla.
Este episodio, en particular, ha conseguido emocionarme, ha hecho que, por un momento, olvide que lo visto en pantalla es ficción, abstrayéndome por completo en su trama y otorgándome la satisfacción de haber sido testigo de una hermosa historia que me ha motivado a escribir estas líneas, sé que no alcanzarán para explicar, ni por asomo, las sensaciones que produce el visionado del título en mención. Desde hace mucho tiempo no me sentía tan emocionado con una producción de este estilo y, por lo tanto, vuelvo sobre unas palabras que dije al inicio, si en un mundo en decadencia que está a puertas de sufrir la peor catástrofe, jamás conocida, tiene lugar un amor como el de Bill y Frank, no todo está perdido, aún existe la posibilidad de que resurja un mundo mejor.

Lume

Agli