Opinión

Tragedia olvidada

En 1984 en Bhopal, India, se produjo la peor catástrofe industrial de las que se tiene conocimiento en el mundo. En la madrugada del 3 de diciembre, de aquel año, una gran nube de gas compuesto por isocianato de metilo (MIC), uno de los químicos más letales que existen, se esparció por el aire de esta ciudad hindú. La culpable de aquellos hechos fue la multinacional estadounidense Union Carbide, cuyo director en funciones era Warren Anderson. Miles de ciudadanos indios perecieron de forma instantánea y con el paso del tiempo otros tantos a causa de la intoxicación masiva.
El impacto de este hecho fue mediático, durante una temporada las principales cadenas de noticias del mundo le prestaron atención y se hicieron eco de su alcance, se mantuvo unas semanas en los medios de comunicación, cuando dejó de ser noticia poco a poco fue quedando apartado. Los dispositivos del sistema capitalista se pusieron manos a la obra y condenaron este acto a ser relegado, como otros tantos hechos que pueden significar una mancha en su imagen y, por consiguiente, mostrar que no es tan perfecto como pretende que creamos. Lo que no se recalca se ignora y por lo tanto se extingue, de tal modo que en la actualidad muchos desconocen que un suceso como este haya acaecido.
El 2014 se estrenó la película Bhopal: A prayer for rain, dirigida por Ravi Kumar, no obstante, como todas las cintas que abordan temas peliagudos, esta pasó sin pena ni gloría. Su trama nos cuenta la historia de un obrero llamado Dilip, un tipo que solo busca un trabajo digno para poder mantener a su familia. Por avatares de la suerte consigue un puesto en la empresa más grande de su ciudad, en la Union Carbide, encantado por tal logro comienza a observar con mejores ojos su futuro, un trabajo fijo siempre ofrece expectativas más halagüeñas. Sin embargo, no es consciente del peligro que corre al trabajar en la planta de pesticidas.
Lo que sucedió en Bhopal es un buen ejemplo del modo en el que se comporta el sistema capitalista en los países en vías de desarrollo, tercermundistas, en dónde, por atraer inversión sus gobiernos otorgan favores desmedidos y flexibilizan sus leyes. En tal sentido, el capitalismo antepone sus intereses (beneficio económico), a la vida o salud de las personas, los seres humanos no son más que fuerza bruta que vale en tanto genere riqueza, por abaratar costes le da lo mismo arrasar ciudades o dañar poblaciones enteras, para este sistema, el fin justifica los medios.
Es indignante saber que el principal culpable de esta catástrofe, el dueño de la empresa que causó el desastre químico en la India, no fue enjuiciado, todo lo contrario, fue protegido por el gobierno norteamericano, evitando en todo momento entregarlo a la justicia hindú. Anderson murió en el 2014, libre, en una residencia de ancianos de Vero Beach, Florida, sin haber expiado sus penas, el sufrimiento de miles de personas a causa de su mal proceder quedó impune. Es cierto, podría alegar que el no tuvo nada que ver, tenía una plantilla de trabajadores que se encargaban de velar por el correcto funcionamiento de la planta de pesticidas, sin embargo, esto queda desbaratado por su papel de mando, él podía haber sido exigente con el cumplimiento de las normas de seguridad, así como lo hizo en la sede americana de su empresa, pensar más en mejores condiciones de trabajo para los asalariados indios que en los beneficios que podía obtener de su negocio.
Un hecho como el de Bhopal no debe repetirse, debido a que las secuelas de aquella brutal tragedia las padecen actualmente cientos de miles de habitantes de aquella zona, estos seres sufrieron en sus carnes la ambición desproporcionada de un empresario sin escrúpulos.

Lume

Agli