Creatividad

Situación molesta

Aquel día planificó quedarse en casa y centrarse en ver el partido del equipo al que seguía.
Usualmente no podía hacerlo, pero ese fin de semana, debido al calor, los responsables les comunicaron que podían continuar el lunes, eso sí, a primera hora.
Se le hacía extraño estar un sábado dedicado al ocio. No recordaba esa sensación de tener por delante varias horas para lo que quisiera, sobre todo en la época en la que no estaba ajustado económicamente.
—Eran mejores tiempos —se decía.
En aquellos años, con unas pocas monedas se podían comprar muchas cosas, hoy, por el contrario, no.
Los llamados especialistas jugaban a predecir el futuro y no daban buenas noticias. La situación iría a peor, la inflación aumentaría y todos perderían poder adquisitivo, venían tiempos turbios —recalcaban y añadían—, será necesario ajustarse el cinturón.
Con tales vaticinios la población vivía intranquila, temían que todo fuera a peor, por eso mismo confiaban en aquellos que les prometían la salvación inmediata, con planes milagrosos y medidas extraordinarias, a pesar de ser risibles sus planteamientos, muchos confiaban en ellos.
Era un momento único para hacer un estudio sociológico y, así, dejar un legado sobre esos tiempos a las generaciones futuras, para mostrar lo estúpidos que eran los, mal llamados, seres inteligentes.
No obstante, detenerse a explicar que determinados postulados no eran ciertos, implicaba ser tomado como un disidente o alguien que estaba en contra de los valores que la gente de bien defendía.
Por eso prefería centrarse en sus cosas e intentar sobrevivir, guardando perfil bajo, en un sistema cada vez más desigual.
Sin tener demasiadas cosas por hacer, se decantó por sentarse en el sofá, ese día había jornada de fútbol.
No bien empezó el partido comenzó a sentir calor, tenía el aire acondicionado encendido, pero no funcionaba.
Quizás se había estropeado, hace mucho que no revisaban los filtros, tendría que hacerlo en cuanto tuviera la oportunidad o, en su defecto, llamar al encargado de realizar estas reparaciones.
Al comprobar que no funcionaba aquel trasto abrió la ventana, de este modo sintió una leve corriente de aire.
Durante el encuentro escuchó que alguien gritaba, al estar los pisos muy juntos el ruido se intensificaba.
Intentó no prestar atención, aunque de vez en cuando era imposible no hacerlo.
Alguien se cabreaba y renegaba por las decisiones del árbitro, más esto no le molestaba, porque en casi todos los reclamos estaba de acuerdo, igual podía ir a su puerta y comentarle que era mejor que lo vieran juntos, así no sufriría cada uno por su lado —pensó—. Pero esto no fue posible, ya que no supo deducir de que parte provenían los gritos, solo los escuchaba.
A veces se silenciaban, pero después volvían con más fuerza, como si la frustración guardada no pudiera ser soportada y, en tal sentido, era necesario sacarla para no pasar un mal rato.
Poco a poco esta situación comenzó a molestarle, estaba más centrado en escuchar los gritos que en ver el partido, sintió que le estaban jodiendo la experiencia y que, en general, le estaban jodiendo el fin de semana, si hubiera sabido que algo así pasaría se hubiera ido a algún bar, así por lo menos gritaba con más personas.
A pesar del calor, la situación era insoportable, cerraría la ventana de una puñetera vez. Se levantó de su asiento y se aproximó a ella, prefería pasar un mal rato, sudando, a tener que soportar al pesado de turno. Esperaba que el ruido al cerrarla fuera un toque de atención, un tirón de orejas al impertinente por incordiar a los demás.

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