Opinión

Situación invalorable

Es domingo por la tarde en casa, mi pareja y yo, acostumbramos a ver una película, independientemente del tema que aborde, nos sentamos delante de la pantalla y seleccionamos una de las que se ofrecen en las plataformas de video por demanda. Es como una tradición que se ha ido instaurando, poco a poco, sin ser conscientes del alcance que pueden tener estos hábitos. A veces estamos de acuerdo, escogemos una que es del gusto de los dos, otras, nos decantamos por alguna que seduzca más a una de las partes, por lo general, ese interés se ve fundamentado en una buena elección.
Hoy en particular, mi chica estaba interesada en ver Los mejores años de nuestra vida, su inclinación por ella se debía a que no la había visto y a que estaba dirigida por William Wyler en 1946. Me sorprendió con esa afirmación, pues ha visionado muchas películas, si algo sé de cine es gracias a ella. Debido a sus inquietudes maneja mucha bibliografía sobre el tema, es cinéfila a más no poder y siempre tiene criterios atinados para sus recomendaciones.
The Best Years of Our Lives narra la historia de tres soldados que han combatido en La Segunda Guerra Mundial y su regreso a casa, el modo en el que encuentran su hogar, los cambios que se han producido en él, asimismo, los problemas que tienen en esta nueva vida.
Uno de los aspectos fundamentales que aborda la película es la forma en la que la guerra marca el ánimo de aquellos que participaron en ella, pues describe los problemas que pueden tener al tratar de reinsertarse en la vida que dejaron para participar de la contienda armada. Para bien o para mal, lo que ellos tienen es una captura instantánea de la gente que dejaron y que, con el paso del tiempo, se ha ido desdibujando, transformando, a causa de los conflictos personales, es en este punto en donde se inicia la obra, no encuentran las cosas como las dejaron, sí para ellos el tiempo pasó, también lo hizo para aquellos que se quedaron, por eso se sienten apartados, sufren al no poder adaptarse a su nueva realidad, sumiéndose en un mundo de dudas. Llegan a creer que ellos son el problema, sin embargo, lo mejor está por venir, si todo parece oscuro en esa primera toma de contacto, más adelante tal panorama se aclarará, no todo está perdido.
Tras ver la obra, me di la vuelta y le dije que, como siempre, había dado en el clavo, me divertí viéndola.
La cinta en sí misma es del tipo de las que no tienen flecos sueltos, el montaje, la dirección y las actuaciones, hacen de ella una realización sumamente interesante. Después de verla nos pusimos a charlar, a compartir opiniones, siempre se enriquecen nuestras ideas con las apreciaciones del otro. Mientras estábamos en esa conversación, me dice, deberíamos comprar un sofá más cómodo, yo en tono de broma le respondo, no tenemos un asiento muy confortable, pero nos tenemos a nosotros, como sabe que estoy de broma, nos echamos a reír. Estos momentos pueden ser simples, ya que no tiene nada de especial ver una película un domingo por la tarde, no obstante, el valor que adquiere se debe a la compañía, tal vez, no lo sé, pero con el paso de los años se conviertan en los mejores momentos de mi vida.

Lume

Agli