Opinión

Sin novedad en pantalla

En un despacho se ve a un general, planificando los movimientos de sus tropas. Reniega de cualquier intento pacifista, está obsesionado con llegar al estatus de héroe.
Sin embargo, no es consciente de la pérdida de vidas que esto implicará, pero ese no es un problema, ostenta el poder y su palabra es ley. Básicamente este es el perfil de un alto mando alemán que forma parte de la obra: Sin novedad en el frente, estrenada en el 2022 y dirigida por Edward Berger.
La película gira en torno al relato de lo terrible que es la guerra, en la que acompañamos a un grupo soldados, recién enrolados, al inicio sienten que están dentro de una aventura, pero esto cambiará en el transcurso de las acciones, vivirán en sus carnes el sinsentido de los enfrentamientos bélicos.
Desde el inicio de la cinta queda patente la manera en la que los dispositivos belicistas (propagandísticos) engañan a la opinión pública, ya que apelan al patriotismo y venden una imagen romántica de la guerra, haciendo creer que la victoria les será favorable, a pesar de que todo indica lo contrario.
En la misma línea se escuchan discursos vacíos que apelan a la emoción y sentimientos para levantar a las masas, aprovechándose de la ignorancia de quienes las escuchan, quieren calar en los más jóvenes, pues solo tienen una aspiración, atraer a incautos con sus peroratas intrascendentes, aleccionándolos sobre el valor de participar en un enfrentamiento armado y la gloria que les puede dar.
Por consiguiente, los encargados de guiar a las tropas son gente alejada de la realidad que toma decisiones desde una oficina, distanciados del campo de batalla, con esto evitan verse inmersos en situaciones peliagudas, son listos, saben que ellos no son carne de cañón, son quienes mandan, por lo tanto, deben estar a buen recaudo, los que deben ser arrastrados son el resto.
Otro punto destacable es el uso de la cámara, por medio de ella nos adentramos en las trincheras y acompañamos paso a paso a las tropas durante los asaltos, por momentos, somos un personaje más que participa de los enfrentamientos, este efecto se logra por medio del trávelin, que se adentra en el lodo, sudor y dolor de los que participan de la guerra, aflorando lo esperpéntico del comportamiento humano.
No obstante, su punto más flaco se encuentra en el guion. Por momentos las acciones son predecibles, su narración no sorprende, lo cual hace que sea una producción más, que no pasará a los anales del séptimo arte.
Tampoco quedan claras las motivaciones de los personajes, en algunos momentos peca de maniquea. Asimismo, uno se va haciendo idea de cómo será su cierre, por eso no sorprende. Pierde fuerza al querer abarcar demasiadas historias, no desarrolla debidamente ninguna, además tiene lagunas y hechos poco creíbles. El final resulta forzado.
No se puede estar a favor de la guerra, es algo despreciable en la que solo mueren inocentes y no los que llevan a los pueblos a estos enfrentamientos, para quienes nunca habrá novedad en el frente porque viven mirándose el ombligo.

Lume

Agli