LECTURAS

El celular, el porno, los necios y la prensa: TRES ENSAYOS de Umberto Eco

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El teléfono móvil y la reina de Blancanieves

Caminaba por la acera y vi que en dirección contraria venía una señora con la oreja pegada al teléfono, y que por tanto no miraba al frente. Si no me apartaba, chocaríamos. Como en el fondo soy malo, me detuve bruscamente y me volví hacia el otro lado, como si estuviera mirando el final de la calle; de este modo la señora se estrelló contra mi espalda. Yo había tensado el cuerpo preparándome para el impacto y aguanté bien, ella se quedó descompuesta, se le cayó el teléfono, se dio cuenta de que había chocado con alguien que no podía verla y que era ella la que debía haberlo esquivado. Farfulló unas excusas, mientras yo le decía con humildad: «No se preocupe, son cosas que pasan».

Solo espero que el teléfono se le rompiera al caer al suelo, y aconsejo a quien se encuentre en una situación parecida que haga lo mismo que yo. Desde luego, a los adictos al teléfono habría que matarlos de pequeños, pero como no es fácil encontrar todos los días a un Herodes, es bueno castigarlos de mayores, aunque nunca entenderán en qué abismo han caído, y perseverarán.

Sé muy bien que sobre el síndrome del móvil se han escrito ya decenas de libros y que no habría nada más que añadir pero, si nos detenemos a reflexionar un momento, parece inexplicable que casi toda la humanidad haya sido presa del mismo frenesí y haya dejado de mantener relaciones cara a cara, de contemplar el paisaje y de reflexionar sobre la vida y sobre la muerte para dedicarse a hablar de manera compulsiva, casi siempre sin tener nada urgente que decir, consumiendo su vida en un diálogo entre invidentes.

Estamos viviendo en una época en que por primera vez la humanidad consigue realizar uno de los tres deseos convulsivos que durante siglos la magia ha tratado de satisfacer. El primero es el deseo de volar, pero volar elevándonos con nuestro cuerpo, agitando los brazos, no subiendo a una máquina; el otro es poder actuar sobre el enemigo o sobre la amada pronunciando palabras secretas o pinchando una figura de arcilla; el tercero es justamente comunicarnos a distancia, sobrevolando océanos y cadenas montañosas, teniendo a nuestra disposición un genio o un objeto prodigioso que de golpe pueda trasladarnos de Frosinone a Pamir, de Innisfree a Tombuctú, de Bagdad a Poughkeepsie, poniéndonos de inmediato en contacto con personas que están a miles de kilómetros de distancia. Y lo hacemos nosotros solos, personalmente, no como ocurre todavía con la televisión, en la que se depende de la voluntad de otro y no siempre se ve en directo.

¿Qué ha predispuesto a los hombres a las prácticas mágicas durante siglos? La prisa. La magia prometía que se podía pasar de golpe de una causa a un efecto sin los pasos intermedios: pronuncio una frase y transformo el hierro en oro, invoco a los ángeles y a través de ellos envío un mensaje. La fe en la magia no desapareció con la llegada de la ciencia experimental, porque el sueño de la simultaneidad entre causa y efecto se trasladó a la tecnología. Hoy en día, es la tecnología la que te lo da todo y de una forma inmediata (pulsas un botón de tu móvil y hablas al instante con Sidney), mientras que la ciencia avanza despacio, y su prudente lentitud no nos satisface porque querríamos tener el remedio contra el cáncer ahora, y no mañana, de modo que depositamos nuestra confianza en el médico santón, que nos promete la poción milagrosa que nos curará al instante sin tener que esperar años.

La relación entre entusiasmo tecnológico y pensamiento mágico es muy estrecha y va ligada a la confianza religiosa en la acción fulminante del milagro. El pensamiento teológico nos hablaba y nos habla de misterios, pero argumentaba y argumenta para demostrar hasta qué punto son concebibles, o bien insondables. En cambio, la fe en el milagro nos muestra lo numinoso, lo sagrado, lo divino, que aparece y actúa sin demora.

¿Es posible que exista una relación entre quien promete la curación inmediata del cáncer, el padre Pío, el teléfono móvil y la reina de Blancanieves? En cierto sentido sí. Por eso la señora de mi historia vivía en un mundo mágico, aunque encantada por una oreja y no por un espejo mágico.

[2015]


Apostilla

Alguien dijo que el sociólogo es aquel que en un local de striptease no mira el escenario sino la platea. No tengo posibilidad de controlar la platea de las páginas porno y tampoco de controlar todo el escenario. El número de páginas porno, según distintas encuestas en internet, parece insondable. Leo en la Web que, según una encuesta de 2003, los sitios porno serían 260 millones, y me parece una exageración, a menos que consideren porno una página en la que aparece Carrol Baker medio desnuda. Seleccionando una página, tal vez la más visitada, he visto que hay 71 categorías y cada una contiene por término medio miles de vídeos. Teniendo en cuenta, además, que el sitio se renueva a diario (aunque se pueden recuperar los anteriores), podemos calcular que hay unos 170.000 vídeos. Puesto que desde esta página se puede acceder a otras 21, y considerando las repeticiones y el hecho de que algunas páginas son de dimensiones más modestas, he obtenido una cifra de 3.570.000. No son 260 millones, y tal vez son más de tres, pero estas son las dimensiones presumibles del fenómeno.

Como no he tenido tiempo de visitar tres millones de páginas porque ars longa, vita brevis, he cogido unas muestras, casi al azar, y he hecho una observación que no pretende tener validez científica pero que a mí personalmente me ha convencido. Tras aclarar de entrada que solo he examinado rostros femeninos (los masculinos son irrelevantes, porque en el caso de los varones la cámara enfoca sobre todo el aparato reproductor), he observado que la mayoría de las muchachas que participan en estos juegos eróticos, cuando abren la boca (y lo hacen a menudo, no solo para sonreír o rugir de placer) exhiben una dentadura muy imperfecta. Los incisivos suelen estar bien, pero aparecen caninos torcidos y minúsculos, por no hablar de los molares irregulares y de los llamativos empastes que se pueden entrever.

Lo primero que hace Hollywood cuando lanza una nueva actriz es arreglarle la dentadura. La operación es muy cara, y lo sabe bien incluso quien acude a un dentista en Bucarest. Por lo tanto, la mayoría de las muchachas que se exhiben, que por lo general son guapas o al menos monas, son de extracción social muy baja y no tienen dinero para ir al dentista. No creo que esperen conseguir la suma necesaria gracias a sus prestaciones, puesto que las cifras indican que la oferta es enorme y por tanto las ganancias no deben ser astronómicas (aunque la misma página dice que las más populares pueden cobrar hasta diez mil dólares al mes; no obstante, su presencia no dura mucho, y las verdaderas estrellas se cuentan con los dedos de una mano). Tal vez confían en que, si aparecen en la pantalla del ordenador, algún magnate de Hollywood repare en ellas y se ocupe de restaurar su dentadura. O tal vez no, saben que con dientes así no se va a Hollywood y se resignan a prestarse a juegos eróticos de tres al cuarto.

De todo esto sacamos una conclusión: que ese ejército infinito de fornicadores a tiempo completo procede del proletariado del sexo y, por tanto, todo el conjunto de la producción porno no es más que una forma de trata de blancas y explotación de personas en situación precaria y sin esperanza.

Hay que decirlo, porque muchas veces los visitantes se excitan pensando que las protagonistas hacen lo que hacen por descaro y atrevimiento, por gusto, por un desafío indecente, y esto las hace más deseables. Pero no: lo hacen por desesperación, sabiendo que con esos dientes no tienen futuro sino solo un presente infrarremunerado.

[2015]


Los necios y la prensa responsable

Me he divertido mucho con el tema de los necios de la Web. Para quienes no lo hayan seguido, salió online y en algunos periódicos que en el curso de una denominada lectio magistralis en Turín, yo habría dicho que la Web está llena de necios. Es falso. La lectio trataba de un argumento completamente distinto, pero eso nos dice cómo entre periódicos e internet las noticias circulan y se deforman.

El asunto de los necios salió en una rueda de prensa sucesiva durante la cual, respondiendo ya no sé a qué pregunta, hice una observación de puro sentido común. Admitiendo que entre los siete mil millones de habitantes del planeta haya una dosis inevitable de necios, muchísimos de ellos antaño comunicaban sus desvaríos a sus íntimos o a sus amigos del bar, y de este modo sus opiniones quedaban limitadas a un círculo restringido. Ahora una consistente cantidad de estas personas tienen la posibilidad de expresar las propias opiniones en las redes sociales. Por lo tanto, esas opiniones alcanzan audiencias altísimas, y se confunden con muchas otras expresadas por personas razonables.

Nótese que en mi noción de necio no había connotaciones racistas. Nadie es necio de profesión (salvo excepciones), pero una persona que es un excelente tendero, un excelente cirujano, un excelente empleado de banco puede decir estupideces sobre argumentos de los cuales no es competente, o sobre los que no ha razonado bastante. Entre otras cosas porque las reacciones en internet se hacen en caliente, sin que dé tiempo de reflexionar.

Es justo que la red permita expresarse también a los que no dicen cosas sensatas, pero el exceso de tonterías atasca las líneas. Y algunas reacciones desmedidas que he visto en la red confirman mi más que razonable tesis. Incluso alguien había referido que yo opinaba que en la red tienen la misma evidencia las opiniones de un tonto y las de un premio Nobel, e inmediatamente se difundió viralmente una inútil discusión sobre si yo había recibido el premio Nobel o no. Sin que nadie fuera a consultar la Wikipedia. Esto para decir lo inclinados que estamos a hablar al tuntún. En cualquier caso, ahora se puede cuantificar el número de los necios: son 300 millones como mínimo. En efecto, parece ser que en los últimos tiempos la Wikipedia ha perdido 300 millones de usuarios. Todos ellos navegantes que ya no usan la Web para encontrar informaciones, sino que prefieren estar en línea para charlar (tal vez al buen tuntún) con sus pares.

Un usuario normal de la red debería ser capaz de distinguir ideas inconexas de ideas bien articuladas, pero no siempre es así, y aquí surge el problema del filtro, que no concierne solo a las opiniones expresadas en los diversos blogs o vía Twitter, sino que es una cuestión dramáticamente urgente para todos los sitios Web, donde (quisiera ver quién protesta ahora negándolo) se pueden encontrar tanto cosas fidedignas e utilísimas, como vaniloquios de todo tipo, denuncias de conspiraciones inexistentes, negacionismos, racismos, o también noticias culturalmente falsas, imprecisas, embarulladas.

¿Cómo filtrar? Cada uno de nosotros es capaz de filtrar cuando consulta sitios que conciernen a temas de su competencia, pero yo, por ejemplo, me vería en un aprieto a la hora de establecer si un sitio sobre la teoría de cuerdas me dice cosas correctas o no. Ni siquiera la escuela puede educar al filtro porque también los profesores se hallan en mis mismas condiciones, y un profesor de griego se puede encontrar indefenso ante un sitio que habla de la teoría de las catástrofes, o incluso tan solo de la guerra de los Treinta Años.

Queda una sola solución. Los periódicos a menudo son víctimas de la red, porque de ella sacan noticias, algunas veces leyendas, dando voz por lo tanto a su mayor competidor, y al hacerlo siempre llevan dos días retraso sobre internet. En cambio, deberían dedicar por lo menos dos páginas al día al análisis de sitios Web (tal y como se hacen reseñas de libros o de películas) indicando los sitios virtuosos y señalando los que transmiten bulos o imprecisiones. Sería un inmenso servicio al público y quizá también un motivo para que muchos navegantes de la red, que han empezado a dejar de lado los periódicos, vuelvan a hojearlos a diario.

Por supuesto, para acometer esta empresa un periódico necesitará un equipo de analistas, muchos de los cuales habrá que ir a buscarlos fuera de la redacción. Se trata de una empresa sin duda cara, pero sería culturalmente preciosa, y marcaría el principio de una nueva función de la prensa.

[2015]

Mario Vargas Llosa enfrenta protestas en República Dominicana por recibir “premio patriótico”

Santo Domingo, 17 sep (EFE).- El presidente de la Unión Demócrata Cristiana (UDC), Luis Acosta Moreta, anunció hoy que el próximo lunes realizará un mitin frente al Teatro Nacional a las 17:00 hora local en “repudio” de la entrega a Vargas Llosa del citado galardón, que honra la vida y la obra del dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946).

La iniciativa, explicó, “va acorde con el accionar patriótico de la UDC y su lucha para que personeros internacionales respeten nuestro territorio, nuestra historia, nuestras formas de ser y nuestros sentimientos patrióticos y nacionalistas”.

El piquete está convocado dos horas antes de la entrega del premio a Vargas Llosa por parte del Ministerio de Cultura, que tendrá lugar en el Teatro Nacional de la capital con motivo de la inauguración de la XIX Feria Internacional del Libro Santo Domingo.

De acuerdo con Acosta Moreta, el galardonado escritor “desde hace años tiene una línea política que lesiona el patriotismo nacional, siendo caja de resonancia y punta de lanza de los intereses que buscan dar la nacionalidad dominicana a haitianos residentes ilegales en el territorio nacional”.

A la vez, subrayó, que Vargas Llosa “denigra a la mujer dominicana cuando la presenta casi como una prostituta y un ser sin conciencia en el libro La Fiesta del Chivo, sobre el ajusticiamiento de Rafael L. Trujillo Molina”.

Por su lado, el movimiento Polo Soberano, que encabeza el minoritario partido Fuerza Nacional Progresista (FNP) anunció que el lunes en horas de la mañana entregará al Ministerio de Cultura un documento en el que elevará su protesta por la concesión del premio al escritor.

Por su lado, el Ministerio de Cultura defendió ayer el premio a Vargas Llosa, un autor que, según el comisario del Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, Luis Brea Franco, “tiene trascendencia planetaria” y cumple con los requisitos de las bases del premio.

El premio Pedro Henríquez Ureña “sale ganando” al concederle la edición de este año al autor de “La Fiesta del Chivo”, quien además de un pergamino recibirá 25 mil dólares en efectivo, precisó Brea Franco en rueda de prensa.

El funcionario dominicano se abstuvo de opinar sobre las protestas anunciadas en rechazo al premio, pero subrayó que “cada uno es libre de airear sus opiniones”.

El laureado escritor hispano-peruano “ha garantizado su presencia en el acto donde se le entregará la distinción” y está “muy entusiasmado”, aseguró.

El pasado 2 de febrero el Ministerio de Cultura decidió conceder al autor de “Conversaciones en la Catedral” el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, que otorga para honrar la memoria del escritor dominicano del que lleva el nombre.

La premiación generó fuertes críticas particularmente de políticos e intelectuales nacionalistas por la postura de Vargas Llosa en contra de la sentencia 168-13 emitida en 2013 por el Tribunal Constitucional (TC) dominicano y que afectaba a los descendientes de haitianos indocumentados.

En un comunicado emitido el día en que se le concedió el premio, el propio Vargas Llosa destacó el hecho de que se le haya otorgado el galardón pese a sus críticas a esta sentencia.

“Que, pese a ese antecedente, se me conceda este premio habla muy bien del espíritu democrático, tolerante y abierto que por fortuna parece prevalecer en el país”, escribió el autor en una carta enviada al jurado.