Creatividad

Pronóstico errado

Mientras esperaba la salida del avión comencé a hacer un breve resumen de todo lo que había vivido en el viaje que concluía, lo mejor, sin duda, fue encontrarme con lugares poco comunes.
Al llegar me dieron una guía, el chaval que me la entregó, me dijo, medio en broma, medio en serio, ya verás como te gusta tanto el recorrido que vas a querer quedarte.
Cuando escuché estas palabras, no lo tomé en serio, ¿qué podía seducirme tanto como para quedarme a vivir aquí?
Me lo preguntaba porque no soy de aquellos que pueden adaptarse a cualquier espacio, así sin más, por lo general me toma mucho tiempo sentirme parte de algo, sentir que el aire no está enrarecido, sino que es mi aire.
Tras esta disquisición, pensé en las probabilidades que habría de que una aseveración así se cumpliera, igual podría preguntarle a cualquier viandante qué le parecía, más no tenía tiempo para perder, en especial en un estudio de ese estilo.
Tenía planificado, grosso modo, ir a recorrer alguno de los sitios más famosos, tenía tantos que era difícil decantarme por alguno en particular, por eso me acerqué a un puesto de información, tras escuchar todas las propuestas, me recomendaron visitar las tumbas de varios personajes conocidos.
Me pareció extraño haber obviado tal recorrido, por lo menos no tener idea de su existencia, si lo hubiera sabido habría tomado más días para visitarlo, ya que recorrer en su totalidad esos espacios, me dejaría poco tiempo para visitar otros monumentos importantes.
Me decidí por esa recomendación, la de la zona centro que me quedaba más cerca.
Hasta el momento en el que me recomendaron su visita, no sabía que había la posibilidad de visitar un sitio donde se encontraban luminarias de la cultura, personajes que marcaron la historia contemporánea de nuestra sociedad.
Teniendo más claro lo que me apetecía conocer, cogí un taxi para ir a por los personajes famosos. El conductor era un tipo agradable, todo el viaje se lo pasó hablando, comentando lo bien que le hacía a la ciudad la afluencia de turismo.
—Gracias a vosotros —me incluía—, este sitio deja de ser un lugar muerto, durante la temporada alta se siente vivo, en temporada baja esto parece un pueblo fantasma, yo, por ejemplo, me veo obligado a guardar el coche, es imposible conseguir clientes o, por lo menos, unos que hagan rentable el servicio, sin embargo, no es factible, es mejor tenerlo aparcado.
Esa afirmación me hizo meditar en lo mal que le iría si los turistas dejaran de venir. Si por alguna catástrofe esto sucediera lo más probable era que no pudiera mantenerse, estaría condenado a desaparecer, esto me llevaba a pensar en algo más, una economía sustentada en el turismo tenía pies de barro, lo cual, lamentablemente, condenaba a depender de la afluencia de gente.
Sin embargo, tampoco era para darle tantas vueltas, yo estaba del lado de los que se beneficiaban del servicio, por lo tanto, tenía que centrarme en el sitio al que me dirigía.
Cuando estaba en tal elucubración el taxista me informó que habíamos llegado, al principio no entendí, pero más adelante comprendí que aquella calle era la que se debía seguir para llegar a mi destino.
Bajé del vehículo, estudié la zona y me di cuenta de que era enorme, además me encontré con un gran monumento con los nombres de los soldados que murieron en La Gran Guerra, había miles, era sorprendente la cantidad de gente que podía perder la vida en un enfrentamiento bélico por razones, la mayoría de las veces, sin sentido.
Tras pasar por aquellas pseudo lápidas me encontré con unas puertas enormes, eran las del cementerio, dentro se guardaba un silencio sepulcral, la gente era muy respetuosa. Me crucé con varias personas que me recomendaron ir a una tumba en especial, como no tenía claro cual visitaría, me dejé llevar por los consejos.
No fue fácil llegar, es más, pensé que no me requeriría tanto tiempo. Aquel espacio parecía una pequeña ciudad, tenía calles y estaba dividido en zonas, quise seguir las indicaciones de los encargados, pero fue difícil, terminé perdiéndome. Estuve dando vueltas sin dejar de lado la aventura, quería encontrarme con aquel personaje famoso, tras deambular sin un rumbo definido, logré dar con la tumba en cuestión. Me causó sorpresa que no estuviera identificada con grandes letras, es más, si no te fijabas en los detalles, pasaba desapercibida, solo había unas cuantas piedras y el nombre borroso en una lápida vetusta, definitivamente tuvo mejores épocas. Como había dedicado demasiado tiempo a encontrar aquella tumba, se hizo tarde y tuve que salir de ahí, como me gustó la calle…, decidí ir a pie al centro, de ese modo conocería algo más de aquel lugar.
Revisé la guía, no era una gran edición, estaba centrada en hacer propaganda a diversos comercios, todos, deduje, eran auspiciadores, todo lo que mueve el marketing —me dije—. La hojeé durante buen rato, quería perder tiempo como sea, aún a costa de parecer bobo al revisar una y otra vez el mismo texto.
Tras guardarla comprendí que quien me la entregó, les soltaba a todos la misma cantinela: te va a gustar tanto que querrás quedarte, para condicionar el recorrido o, en su defecto, hacer que tales palabras se quedaran rondando en la cabeza de los foráneos. Sin embargo, conmigo, no estuvo acertado, me encontraba en la sala de espera, a puertas de embarcar en mi vuelo de regreso…

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