Opinión

Producto de entretenimiento

¿Cuál es la rigurosidad histórica de las series o documentales que se presentan en los diferentes servicios de videos bajo demanda? Es una pregunta al aire cada vez que me topo con estos contenidos en las distintas plataformas de streaming.
No soy un especialista en historia. Cuando leo libros sobre esta materia me gusta imaginármela como una gran novela. Algunos historiadores tienen una manera amena de acercarnos a esos acontecimientos, hacen de contenidos densos (por la cantidad de documentación que existe) textos entretenidos, gracias a su capacidad comunicativa, sin dejar de lado la rigurosidad en la información.
Hace poco caí en el documental El imperio romano (Netflix 2016). A lo largo de tres temporadas nos muestran la vida y la forma de gobernar de tres emperadores romanos: en la primera, Cómodo, el reinado de la sangre, en la segunda, Julio Cesar, el señor de Roma y en la tercera, Calígula, el emperador loco. A lo largo de sus 15 capítulos podemos ver un esbozo de la personalidad de estos personajes, resaltando sus manías y carácter que los hicieron parte de nuestra historia, así como elementos remarcables que han sido revisados cientos de veces por diferentes generaciones.
El visionado es entretenido, a estas alturas las productoras saben ofrecer buenos espectáculos, la forma dinámica de su narración hace interesante sentarse delante de la pantalla, para conseguir este fin dejaron de lado elementos que podrían hacer aumentar su duración, por eso elaboraron un resumen en dónde obviaron elementos esenciales, sería difícil que englobara todo lo que sucedió durante aquellos años. No debemos olvidar que muchas veces para hacer más llamativa una producción introducen elementos que no fueron parte de la historia real, es decir, se toman licencias y dejan de lado su rigurosidad. Después de verla me quedó la idea de que se había basado en un folletín, porque daba pequeñas pinceladas de lo que fue, sin adentrarse en profundidad. No obstante, como alguien me dijo, deberían ser más exigentes a la hora de representar en la pantalla los hechos, se supone que se basan en estudios históricos y, además, tienen a su disposición cientos de textos para dar una idea más certera sobre el asunto, si bien está dirigida a un determinado público, no pueden subestimarlo, porque la información errónea puede generar confusión y, por consiguiente, desinformar.
Después de dar varios giros sobre mi duda inicial, llegué a la conclusión de que una serie o un documental histórico (ofrecido en estos medios electrónicos), no deja de ser un producto de entretenimiento; por eso utiliza recursos que son necesarios para llamar la atención y mantener el interés del televidente. Debido a su formato se permiten ficcionar sobre los hechos de los que tratan, así pues, no son precisos en la información que proporcionan; prima su carácter de serial, por lo tanto, uno tiene que ver estas producciones como lo que son: obras enfocadas a la distracción y no a dar información verídica, contrastable, de lo que tratan. De ningún modo se los puede tomar como una clase de historia.

Mitchel Ríos

Lume

Agli