Creatividad

Negocio turbio

Era la tercera o cuarta vez que le sucedía lo mismo. Alguien lo contactaba por correo y le decía que, por su perfil, lo consideraba una buena persona, como tal, quería hacerle un regalo.
Este mensaje era poco creíble, había la leve posibilidad de que fuese verdad, pero con su suerte era improbable.
Unos años antes un colega tuvo un inconveniente con la banca online. Por aquellos días tenía problemas con su cuenta, le solicitaban diversos documentos, desde su oficina, para actualizar sus datos personales. En tal tesitura coincidió que un día al entrar en el ordenador encontró, en su bandeja de notificaciones, un mensaje que le informaba del bloqueo de su cuenta, en el texto venía un enlace al que debía ingresar si quería liberarla.
Quería tener acceso nuevamente a la plataforma bancaria, por eso siguió los pasos que le indicaron, no se preocupó en analizar el link. Metió sus datos personales (de acceso), esperó que con esto pudiera entrar a la web de forma normal, pero esto no sucedió, parecía como si se hubiera colgado, mas, por experiencia, sabía que eso no era posible. Sin más dilación pronto cayó en que había sido víctima de un fraude, se preocupó, de repente le vaciaban la cuenta.
Le pasaron muchas cosas por la cabeza, se veía en la calle, víctima de los ladronzuelos virtuales.
No llamó a la oficina del banco porque no quería escuchar el sermón sobre los documentos. Pensó y se le ocurrió ir a un cajero para cambiar el pin de acceso manualmente, sin embargo, para encontrar uno tendría que recorrer varios bloques.
Tras buscar, vio uno ubicado en la calle…, no le daba confianza, pero se dijo que lo mejor era ahí, ya que cuanto más tiempo pasara era peor, esto le preocupaba, pero le preocupaba más, quedarse sin dinero.
Cogió su tarjeta y la metió en la hendidura que indicaba el cajero, siguió las instrucciones, pudo cambiar todo y luego comprobó que nadie suplantó su identidad. Se quedó más tranquilo al comprobar que no, todo seguía igual.
Esto resultaba raro, el modo en el que lo contactaron, la forma en la que se referían a él —¿le seguiría el juego?, solo tenía que responder si estaba interesado, luego de hacerlo le daría ciertas indicaciones.
Respondió afirmativamente y tras unos minutos, recibió una respuesta en donde le pedían su número telefónico. Es necesario —arguyó la otra parte— para que te contacte mi abogado y así seguir con el proceso.
Al recibir este mensaje envió una contestación con lo solicitado. Todo fue rápido, lo contactó desde un número oculto, alguien que decía ser abogado, aduciendo que lo hacía por orden de su clienta, se presentó y añadió:
—Llamo por el tema de… —usó un tono serio— tienes que pagar unas tasas, porque el dinero está retenido, una vez que abones la cantidad, te será ingresado lo prometido, pero tiene que ser ya, no estamos aquí para perder el tiempo. Para ser algo sin importancia, hablaba con demasiada seriedad.
—Todo depende de ti, si tú no puedes tendremos que recurrir a otra persona, tú decides —sin dejar de ser serio añadió— el negocio es legal, hay alguien que está esperando tu respuesta.
No le gustó el tono que utilizó al dirigirse a él y para sacárselo de encima contestó:
—No lo dudo, sin embargo, me lo voy a pensar, no me llames… yo te llamaré…

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