Opinión

Me se agrietan

Hay películas que te impactan y que desarrollan ideas sustentadas en temas delicados, porque te ilustran, de forma realista, materias que generan un entrecruce de sentimientos, te dan con sus argumentos en la cara y te hacen ver que el mundo, en ocasiones, puede ser inhumano, llegando a tener comportamientos cuestionables y alejados del espíritu de confraternidad que todos deseamos.
Lo santos inocentes (Mario Camus, 1984), es una obra que se puede enmarcar dentro de esta definición, ya que refleja de forma descarnada, ciñéndose fielmente a la obra de Miguel Delibes, la novela homónima, la vida rural en un momento de la historia de España, en dónde la división de clases estaba sumamente marcada y se ostentaba con orgullo. Este relato, anclado en un pasado rancio y obsoleto, nos da señales de un ambiente que vive bajo los parámetros clasistas de una comunidad desfasada.
Asimismo, muestra de manera diáfana el comportamiento y pensamiento desalmado de aquellos que eran dueños de los puestos de mando, que de forma ciega reflexionaban sobre su papel como clase dominante, al considerarse como dueños absolutos de los destinos de sus trabajadores, a los que veían como vasallos, acaso esclavos, sin aspiraciones, sueños, sin la posibilidad de crecer en otros aspectos o, sencillamente, sin la oportunidad de ascender dentro de la jerarquía social. Para ellos el establishment no era impuesto, sino, más bien, era lo que daba armonía al sistema, lo consideraban como algo natural, cuando, en sí, su esencia era artificial.
Y el héroe inesperado es Zacarías, personaje del que no se esperaría una acción loable. Hace justicia, sin ser consciente, sorprendiendo a todos, incluso a los espectadores, pero de esa acción inesperada deviene la equidad del relato, acompañado de un toque poético con el que se envuelve su actuar, porque con ese gesto acaba con la opresión y da un golpe certero a las crueldades que, aparentemente, cubren de un extremo a otro el entorno. Reúne el valor que sus pares no tienen. Toda la tensión y odio acumulado explota en ese instante, llega al límite de lo que un hombre puede soportar cuando ve que su mundo se derrumba tras la muerte de su mascota, Milana, el centro de su existencia, a manos del desagradecido señorito. Gracias a su decisión repentina se ve alterado, por un instante, el orden del pueblo en el que vive.
Un argumento sencillo, centrado en mostrarnos las dos caras de una misma sociedad, en donde hay un grupo que nace para mandar y otro, para obedecer. Esa división, tan marcada, hace que la trama nos dé momentos sobresalientes. De una manera inocente presenta a los personajes principales, Paco y Zacarías, como individuos que son parte de un orbe servil, el primero es consciente de su calidad de siervo, el listo, y el segundo, el tonto, vive sumido en su mundo interior, no se entera de nada. Así, sin más, queda demostrado que no es necesaria una realización pomposa, cuando se sabe narrar de forma certera una historia.

Mitchel Ríos

Lume

Agli