Opinión

Luz y sombras

No soy un experto en cine, tampoco aspiro a serlo, simplemente me gusta pasar un momento agradable visionando las películas que, para bien o para mal, caen en mis manos. Nosferatu (Friedrich Wilhelm Murnau, 1922), es una de esas obras. La primera vez que la vi fue gracias a esas casualidades que tiene la vida, no fue planificado, se puso en mi camino y no dejé pasar esa oportunidad.
La película se inspira en la novela Drácula, escrita por Bram Stoker y publicada en 1897, sin embargo, para evadir los derechos de autor, Murnau decidió no usar el nombre del conde y reemplazarlo por el ahora famoso nombre Nosferatu. Después de su estreno la viuda del escritor, Florence Stoker, interpuso una demanda. El juez falló a su favor, en estas circunstancias la productora decidió declararse en bancarrota. Otra parte del dictamen indicaba que se deberían destruir todas las copias existentes de la cinta; este se cumplió a rajatabla y fueron destruidas todas las existentes en Alemania. Por suerte, para el mundo cinematográfico, hubo varias que circulaban fuera de ese país donde no estaba prohibida por los derechos de autor. A partir de ellas se hicieron reproducciones posteriores que llegaron hasta nuestros días, sin esta cuestión del azar, tal vez hubiera pasado al olvido y se hubiera perdido este valioso documento. Algunos sostienen que este filme abrió la puerta a otras producciones de vampiros y catapultó a la fama la obra original de Stoker.
Esa primera vez me sorprendió la calidad de la obra, el manejo de las sombras, en especial, la escena donde se dibuja la silueta del vampiro es, sencillamente, sublime, sin decir nada nos hace prefigurarnos distintas imágenes que podemos asociar con ese momento. La mezcla de los claroscuros, dan a las escenas de suspense ese ambiente de expectativa necesario para mantenernos pegados a la pantalla, el efecto que genera en quien la ve, es tal, que, a veces, se pierde de vista que se está delante de una obra muda.
El vampiro, Nosferatu, está lejos de encajar en la imagen que, durante años, la industria cinematográfica se ha encargado de mostrarnos de estos seres, dueños de una belleza única que seduce a los gustos más exquisitos. Nuestro personaje no se caracteriza por ser agradable a la vista, es, en todo caso, una desfiguración de lo que consideramos bello, en palabras de algunos especialistas, se trataría de un ser horroroso y repugnante. El director se decidió por este aspecto porque así se lo podía asociar a la idea que tenemos de ultratumba.
Su trama se encarga de ir adentrándonos en ese mundo de fantasía, en donde las peores pesadillas se pueden hacer realidad. En la noche, cuando todo se oculta tras las sombras, las ánimas en pena se unen al transitar de los no muertos y se convierten en parte esencial de la película.
La historia me atrapó desde el inicio. Con el paso del tiempo, y después de ser consciente de haber visto una obra inigualable, se le toma cariño a ese personaje que debería ser despreciado por lo que representa.

Mitchel Ríos

Lume

Agli