Opinión

Los sinsabores del éxito

Cautivos del mal, película de 1952, dirigida por Vincente Minnelli, centra su trama en el personaje de ficción Jonathan Shields, productor cinematográfico, interpretado por Kirk Douglas, que, a pesar de su gran trayectoria, ha caído en desgracia. Es así que, con la intención de recuperar el estatus perdido, contacta con un director, una actriz y un guionista, cada uno con una carrera destacada que él ayudo a construir, pero muestran recelos ante la propuesta, no están seguros de aceptarla. De este modo comenzarán a narrarnos su experiencia con el productor, como lo conocieron y vieron aflorar su falta de miramientos para conseguir el éxito.
Hacer una película que muestra el modo en el que se hacen las películas, parece redundante, sin embargo, The Bad and the Beautiful (título original de la obra), consigue adentrarnos en ese ambiente por medio de tres historias que tienen como hilo conductor el modo de actuar de un ser sin escrúpulos, Shields, en donde se entremezcla el drama y el romance, la admiración y desprecio que consigue acumular el personaje principal.
Los flashbacks, elementos en los que se sustenta el relato, consiguen mostrarnos las motivaciones que mueven a las representaciones a tomar determinadas decisiones en su presente fictivo, dotando de trazos profundos y tonos coloridos a los entresijos de su mundo, en el que un hombre de cine, el productor Jonathan, consigue mover las riendas de la industria fílmica, gracias a sus conocimientos y dones innatos para alcanzar sus metas.
Su discurso crítico, cáustico, analiza conceptos como el egoísmo y los delirios de grandeza, da en el blanco por el modo de abordar está temática, pues los representa sin ambigüedades, con una precisión única, que entretiene y mantiene a la audiencia pendiente del transcurrir de las escenas.
El final es una de sus cualidades más destacables, dejar que el espectador imagine lo que sucederá tras ver la última secuencia es sencillamente magistral, da la posibilidad de elucubrar cierres posibles, el modo en el que reaccionarán los arquetipos y, así mismo, una posible continuación, en dónde, interactuarán todos los elementos que nos han facilitado en pantalla. Además, quienes lo idearon, dan libertad a la creatividad de quien visiona la cinta, permiten que se eleve a lugares insospechados, puede ficcionar con construcciones infinitas, que devengan en distintas circunstancias.
Tras ver esta obra, que muestra lo que sucede entre bambalinas, queda claro que no todo es tan mágico en el mundo del séptimo arte como muchos medios nos lo quieren hacer creer, tampoco es tan perfecto como nos lo venden. En ese mundo paralelo hay gente con defectos que sacan a relucir su peor talante, su lado hipócrita y manipulador, porque, dentro de todo, el cine no deja de ser un negocio, en donde hay inversores que esperan recuperar su dinero. Sin duda, este acercamiento a esta industria, es de los mejores que se han dado, las interpretaciones, la dirección, así como el modo de narrar la historia, la convierten, por mérito propio, en una de las películas imprescindibles del arte cinematográfico, un clásico.

Lume

Agli