Opinión

Locura

Estamos delante de un paisaje elegido para ser representado en un lienzo. Los colores son vívidos, gracias a su buena iluminación dan sensación de tranquilidad, pues la luz es fundamental para tener una imagen más nítida, destacando el papel del que ejecutará la obra, un personaje curioso, tímido, abstraído en su mundo, alejado de los convencionalismos, un excéntrico que prefiere realizar sus pinturas en campo abierto y no en un estudio, tal vez motivado por la moda o lo que queda de ella. Lleva a sus espaldas los instrumentos que necesita para trabajar en su arte: una espátula, un bastidor, una paleta con pinturas y varios pinceles. La conexión que consigue con el medio es única, se siente trasladado a un espacio distinto, en el que es capaz de hacer cualquier cosa, porque considera que tiene un don otorgado por Dios. Él puede ver cosas que el resto no, facultad patente en sus cuadros, nadie lo entiende, tampoco consideran que tenga buen gusto, algunos estiman que están delante de los desvaríos de alguien que está fuera de la realidad, sin embargo, el autor cree en lo que hace y eso hace posible que siga pintando.
Hablar de Vincent Van Gogh es difícil sin caer en los convencionalismos, hay una serie de libros, producciones cinematográficas, documentales y exposiciones sobre él, pues es un pintor que está considerado como uno de los grandes. La película Van Gogh, a las puertas de la eternidad (Julian Schnabel, 2018) ofrece una nueva perspectiva por la forma en la que construye la historia. Su trama gira en torno a los últimos años de vida del artista y su estancia en Arlés (Francia). A través de su narración consigue mostrarnos los entresijos de sus andanzas en esos lares, en el proceso muestra la idea de lo que era el arte para el creador y lo conveniente que le resultaba dibujar, para calmar sus demonios, también analiza su relación con Paul Gauguin y, asimismo, la forma en la que su hermano Theo velaba por su bienestar.
Una de las cosas que se percibe durante el visionado del filme es ese halo de trascendencia que acompaña su trabajo. Van Gogh, si bien, consideraba que no comprendían su arte, pues los cánones para juzgarlo estaban cubiertos por ideas distintas de las actuales, tenía la sospecha de que en el futuro las generaciones venideras, entenderían su mensaje. Este misticismo, en cierto modo, hace que se ensalce más su figura, pues no solo era un gran pintor, sino, también, un visionario, lo que le da cualidades que solo tienen los genios, o las personas que miran más allá de lo que tienen delante de sus ojos.
Una obra diferente que exhibe el lado más frágil, humano y febril del pintor neerlandés, cuya imagen se ha mitificado con el paso del tiempo, perdiendo de vista que era tan humano como cualquiera de nosotros, más su grandeza se resume en uno de los parlamentos de la cinta:
—¿Todos los pintores están locos?
—No, solo los buenos.

Mitchel Ríos

Lume

Agli