Opinión

Lo humanamente posible

Últimamente se han puesto de moda los puntos de recogida de paquetes, así si uno no está en casa cuando vienen los repartidores, lo dejan en un lugar elegido y luego, cuando tenga tiempo el cliente pasa a recogerlo.
Es bastante cómodo, pues no se tiene que estar pendiente del paquete, ya que usualmente suelen programar las entregas en días de semana que, como es de imaginar, coincide en horario laborable y, a no ser que uno no vaya a trabajar, es más probable que no haya nadie en casa.
Es así como me he convertido en un asiduo de estos puntos de entrega, porqué puedo ir a por mis pedidos sin apuro, solo planificando que esté abierto el sitio indicado.
En tal tesitura realicé un pedido, me informaron que cuando estuviera en el punto de recojo me llegaría un mensaje al móvil, en el vendría un código para retirarlo (algo fundamental para que sepan que se da el pedido a la persona correcta). No demoró mucho en llegar y fui a por él.
El comercio en cuestión vendía comida para mascotas.
Cuando llegué había varias personas, el encargado les daba consejos y recomendaciones, los llevaba por las distintas áreas de la tienda.
En vista de esto, de que iba a demorar en atenderme, me puse a leer un cartel en el que indicaba las distintas opciones que ofertaba para la alimentación de los animales, todas hechas ecológicamente en base a carne variada de pollo, ternera o cordero, además recalcaba que esta materia prima había sido criada lo más humanamente posible, la frase me causó gracia, ¿cómo se cría a un animal que va a ser sacrificado lo más humanamente posible?, si así fuera no lo matarían, para qué darles expectativas a alguien que no tiene recorrido, que no tiene demasiadas oportunidades para vivir.
Mientras le daba vueltas se me dibujaba una sonrisa en el rostro, tal vez (y esto es lo que creo), pusieron esa frase para apelar a la bondad de la gente (¿vosotros no compraríais un producto que tuviera esta muletilla?) y nos sintiéramos bien, dejando de lado los problemas morales que pudieran surgir, ya que el animal vivió bien y murió bien (¿se puede morir bien o morir mal?).
El ambiente de aquel lugar era agradable, la persona que atendía explicaba detalladamente todo lo que ofrecía e indicaba que productos eran los mejores, una clienta argüía:
—Pero si no le gustan ella los deja y no los come —deduje que se refería a un gato, esos animales son remilgados con la comida y añadió—, varias veces le ha pasado eso, la tengo que obligar a comer.
—No se preocupe —dijo el vendedor—, le aseguro que este no será el caso.
Después de estar pendiente de lo que sucedía, volví a pensar en: «Lo humanamente posible», menuda muletilla para que compremos un producto, menuda forma de hacernos sentir bien con nosotros mismos, menuda forma para convencernos de que la muerte de ciertos animales estaba justificada si se crían de un modo determinado. En fin, en este punto olvidé porque estaba ahí, creo que para recoger un pedido (me dije).

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