Opinion

La lista negra

En los Estados Unidos de América, después de la Segunda Guerra Mundial, se comenzó a perseguir a las personas por sus ideas políticas. La Unión Soviética había cumplido un papel importante en el derrocamiento del sistema que se quiso imponer en el mundo, nazismo, sin embargo, luego de la guerra se empezó a delinear el sendero a seguir. Norteamérica reconoció en ese antiguo aliado a un elemento que podía hacerle la competencia en la carrera para alzarse como cabeza dirigente del mundo y establecer un nuevo orden mundial. Estaba en ciernes la denominada Guerra Fría. Cualquier personaje público que diera señales de mirar con buenos ojos las ideas comunistas era un peligro, por lo tanto, se inició la creación de un aparato logístico que los combatiera, con la única voluntad de mantener el estilo de vida que esos extraños querían destruir.
En ese contexto aparece el senador republicano estadounidense Joseph McCarthy, adalid del establishment americano, su fin era extirpar de la sociedad esa gangrena denominada comunismo y perseguir a los agentes soviéticos que se habían mudado al país de las oportunidades. Lanzó acusaciones públicas, sin pruebas concretas, en contra de personajes de los que se sospechaba fueran espías y se opusieran a la esencia de la democracia. Dentro de ese grupo de acusados hubo diez guionistas cinematográficos que se negaron a declarar, consideraban que el Comité de Actividades Antiamericanas (House Un-American Activities Committee), de donde provenían las acusaciones, era anticonstitucional. Se les conoció como los diez de Hollywood (The Hollywood Blacklist: Alvah Bessie, Herbert Biberman, Lester Cole, Edward Dmytryk, Ring Lardner Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, Adrian Scott y Dalton Trumbo).
Cuarenta y ocho ejecutivos de los principales estudios cinematográficos firmaron la Declaración del Waldorf (Waldorf Statement), en dónde deploraban la actitud de esos guionistas y los conminaban a dejar de lado el comportamiento de desacato, así mismo declaraban desconocer las actividades políticas de estos, por eso vetaron a este grupo y durante mucho tiempo obstaculizaron sus actividades dentro de ese ambiente. Los diez de Hollywood fueron encarcelados y despedidos de sus empleos hasta que se allanaran a declarar y demostraran que no eran comunistas. La figura más destacada de ese grupo fue la de Dalton Trumbo.
Trumbo, novelista, guionista y director de cine, fue perseguido durante el macartismo. La negativa a declarar y dar nombres de supuestos comunistas le valió una condena de 11 meses de prisión y el exilio a México. Cuando cumplió la condena le fue imposible conseguir trabajo porque su nombre estaba vetado dentro del ambiente cinematográfico, no obstante, eso no menoscabó su ánimo y siguió produciendo. Durante varios años escribió bajo seudónimos porque era la única manera de esquivar la caza de brujas, cada vez más asentada, tuvo que hacer denodados esfuerzos para no ser descubierto. En este periodo escribió los guiones de Vacaciones en Roma (Roman Holiday) y El niño y el toro (The Brave One). Estas películas obtuvieron el Oscar a mejor guion original, pero el autor no pudo recibirlos porque tenía que mantenerse en la sombra. Años después cuando terminó la persecución y fue readmitido en el gremio de escritores estadounidenses, le reconocieron sus logros y recibió sendos homenajes por todo lo que sufrió en los años que duró el veto. Hoy sigue siendo un personaje reconocido, se han realizado un documental titulado Trumbo (dirigido por su hijo Christopher Trumbo) y una película titulada Trumbo (protagonizada por Bryan Cranston).
El documental retrata al guionista en todo su esplendor, no obstante, la película usa el tono de comedia, nos muestra en unas cuantas pinceladas las penurias que tuvo que pasar durante el veto a su nombre, la manera como se mantuvo en el círculo cinematográfico, no es una película sobresaliente, pero es entretenida.
Eran otros tiempos, tiempos en los que se valoraba a la persona por su ideología, en donde no había punto medio, era blanco o negro, no existía el gris. Luego de pasar esa etapa y mirar en retrospectiva, vemos que muchas veces el afán de protagonismo, el vedetismo político, menoscaba a grupos que no comulgan con el poder de facto en su afán por elevarse y ensombrecer al resto, por eso debemos estar atentos ante el surgimiento de personajes que buscan atropellar nuestros derechos y recordar los abusos que se han cometido en determinados momentos de nuestra historia porque de esa forma no los repetiremos.

Mitchel Ríos

Lume

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