Creatividad

Improvisando

Un día se levantó inspirada, después de planificarlo durante meses, fundaría una empresa. Lo que necesitaba para hacer realidad el proyecto lo tenía claro, no en vano tenía un colega gestor que, bajo la promesa de hacerse su cliente, le había echado una mano. Todo estaba claro, solo era necesario rellenar una documentación, abrir una cuenta en el banco e ir a un notario, nada del otro mundo.
Ahora, que ya tenía la parte legal en regla, era necesario captar personal. No tenía pensado contratar más de dos personas. Con esa idea en mente, elaboró un texto interesante y llamativo para anunciar, en alguna plataforma, la oferta de trabajo.
Estuvo sopesando varias opciones, por un momento se le ocurrió publicitarla en uno de los diarios de la ciudad, sin embargo, le hicieron un presupuesto, basándose en la cantidad de palabras y el tamaño del anuncio, que no le satisfizo, más bien, hizo que cerrara sus puertas a esa opción, por eso se enfocaría, únicamente, en las plataformas virtuales. Estas, además se ser más directas, tenían precios más accesibles e incluso, podían llegar a más personas, ¿quién no tenía un ordenador en casa? —se dijo—, sin lugar a duda, era la mejor opción.
Dedicó varios días a empaparse un poco sobre el tema de las aplicaciones para publicar su oferta. Todas tenían algo en común, no cobraban por publicar la oferta, no obstante, una vez que lo hacía (y aquí estaba la trampa), tenía que pagar por conseguir el currículo o responder a los aspirantes al puesto. Los precios eran parecidos, algunas ofrecían paquetes que se ajustaban a sus necesidades, de acuerdo al tamaño de la empresa, otras, cobraban una especie de tarifa plana al mes, con esto las empresas tenían llaves ilimitadas (así le llamaban a la posibilidad de responder a los mensajes recibidos de forma directa). Asimismo, si querías destacar sobre las demás ofertas tenías que hacer un pago de acuerdo al tiempo que estuviera en esa posición. La gran mayoría de estos planes no estaban pensados para la empresa que ella había fundado, por eso se decantó por una que, si bien, no era tan pomposa, por lo menos le aseguraba conseguir gente interesada en su propuesta.
Hizo cálculos y le resultaba económico, por lo menos se ajustaba a su presupuesto y esto era lo principal sobre todas las cosas. Con este tema resuelto, procedió a mostrar en redes su gran anuncio.
Una vez que lo hizo esperó, desde el ordenador, a que la gente se apuntara, lamentablemente sus expectativas fueron decayendo, pues notó que durante horas solo se apuntaron dos o tres, cuando se fijó que en otras se apuntaban más. Ese primer intentó fracasó (no todo saldría perfecto), la oferta caducó y lo único que sacó en limpio fue que su enfoqué estaba errado. Por eso cambió de estrategia, estudio las ofertas que más acogida tenían y copió una de ellas. Dejó de lado el texto trabajado, y con florituras, que había publicado en un inicio y lo modificó por otro más directo, uno en donde indicaba la labor a realizar, el dinero a pagar y las horas (sota, caballo y rey, sin más). De este modo su mensaje caló en los candidatos, pues a diferencia de la primera oferta, esta segunda tuvo mejor acogida, se inscribían tantos, que era difícil charlar con todos a la vez. Tras unas horas comprendió que no era necesario responder cosas diferentes a sus interlocutores, casi todos preguntaban lo mismo, cuál era la función a realizar, el número de horas a trabajar en la semana, si era horario corrido o partido y el sueldo, por lo tanto, podía diseñarse un speech detallando las respuestas, esto le serviría para no perder el tiempo, simplemente se enfocaría en copiar y pegar los mensajes, así llegaría a más gente. Con esa plantilla el trabajo le resultaba sencillo, solo tenía que apretar dos teclas y listo. Comenzó a hacerse una experta en ese mundillo.
Tras la gran acogida que tuvo y mientras chateaba con uno de sus aspirantes quien le preguntó: ¿en dónde se realizaban las entrevistas, eran presenciales o por videoconferencia?, cayó en algo esencial, ¿cómo haría para hacer la selección de candidatos? Para ella era fundamental hacerles una entrevista presencial, le gustaría conocer al aspirante, de ese modo podía sacar conclusiones más certeras. Tras tener claro esto, ahora el problema estaba en dónde serían. Pensó en la posibilidad de hacerlas en su piso, pero era inviable, por diversas razones, la fundamental, su intimidad, no tenía un apartado que pudiera funcionar como una oficina. Tendría que buscarla en algún centro de negocios, en la ciudad había montones, pero esto haría que su presupuesto saltara por los aires. A pesar de considerarse sumamente previsora, no lo tuvo presente, ni cuando realizó su plan de empresa. La emoción de empezar algo nuevo, había hecho que olvidara algo tan fundamental como tener un lugar en el que se pudiera trabajar a gusto.
Con esto en mente, se entregó a la tarea de indagar todas las posibilidades que tendría, al igual que lo anterior tendría que evaluar y coger la que mejor se le adecuara, tendría que ser sumamente económica y si fuera posible gratis. Esto último hizo que se fijara en el ayuntamiento. Descubrió que había varios coworking a su cargo, solo era necesario entrar en un programa de emprendedores, seguir las pautas indicadas y además demostrar que su idea fuera lo suficientemente productiva. Lo de las pautas le parecía razonable, porque eran meros trámites a realizar, lo segundo, la productividad, no lo tenía tan claro, era su primera vez en el mundo de los negocios, no era una empresaria con experiencia, por eso vio esto como un escollo, sin tener la empresa en camino ya tenía problemas empresariales —meditó—, además todo esto era una apuesta personal, era una pequeña luz que la ilusionaba y esperaba que alumbrara su futuro.

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