Creatividad

Función nocturna

El recinto se oscureció, los murmullos se silenciaron, de repente se encendió una luz en el escenario, aparecieron los actores, le impresionó el modo en el que todos prestaban atención, la gente que lo rodeaba se había transformado, dejó de hablar para observar el decorado, cuando se sosegó aún más el ambiente, el espectáculo comenzó.
La curiosidad por asistir surgió cuando leyó en un cartel, colocado en una de las calles por las que siempre pasaba, el próximo estreno de la adaptación moderna de una obra clásica, escrita a inicios del siglo pasado por el autor de …. Esta fue creciendo conforme pensaba en las posibilidades que brindaba para una puesta en escena con motivos actuales, será interesante —se dijo—, por eso, apenas tuvo la oportunidad, se acercó a una de las taquillas del teatro y consiguió una entrada, la eligió para la función de la noche.
No era un asiduo asistente a realizaciones teatrales, las pocas veces que lo hizo no le entusiasmó demasiado, a pesar de haber concurrido a obras que, en el papel, eran renombradas, pero que perdían mucho debido al ambiente.
En una de esas oportunidades, se sentó al lado de un tipo que se pasó toda la representación bostezando, de buenas a primeras le pareció que estaba concentrado (la oscuridad no le permitía ver bien), luego, por los ruidos que hacía, percibió su aire somnoliento. También se fijó que cada cierto tiempo hacía el paripé de estar atento a lo que se presentaba, de soslayo pudo percibirlo, se erguía y se enfocaba en lo que sucedía, más poco a poco decaía y volvía al estado inicial, estaba a un paso de quedarse dormido.
Con el paso de los minutos comenzó a sentirse contagiado por esa actitud, dejó de estar atento a lo que tenía delante, al concluir la realización se había enterado de poca cosa, de tal modo que si le conminaban a hacer un juicio de valor hubiera estado en un serio aprieto, ya que no sabría formular a cabalidad una opinión.
Tendría que volver en otro momento, con la esperanza de no encontrarse con una situación como la de aquella vez. Quería vivir la experiencia como la imaginó, no siempre tendría la mala suerte de sentarse al lado de alguien que demostraba poco interés en una obra. Trataba de encontrarle una explicación a ese comportamiento, para estar así era mejor quedarse en casa y no incordiar a nadie. Quizá habría salido recién del trabajo o lo habrían invitado, sus ganas eran escasas y estaría sentado ahí por cumplir, esto, tal vez, era el meollo del asunto, por eso demostraba nula inclinación a disfrutar de lo que se representaba en aquel lugar.
Es así que, tras leer los anuncios, se interesó por lo que programarían. El teatro estaba en una de las zonas principales de la ciudad.
Antes de comprar la entrada consultó, a quien los vendía, cual era el mejor lugar para sentarse, sin embargo, su pregunta no fue respondida como esperaba, pues le dijo literalmente que todos los sitios tenían su magia, solo dependía de lo cómodo que se sintiera. Esta respuesta genérica (no la podía llamar de otro modo), le resultó tan vaga que lamentó haber formulado la interrogante.
Para quitar seriedad a ese momento, dijo que el sitio le daba igual. Tras una corta espera le alcanzó un billete con el número asignado, el asiento estaba dispuesto cerca de una de las puertas de entrada, pensó que era una buena ubicación, así, si no le resultaba agradable lo que estaba viendo, podría salir, aunque esto era improbable, por muy mala que fuera la puesta en escena, se quedaría hasta el final.
Cuando el día de la función se dirigió al teatro, aún no había oscurecido, los coches, como de costumbre, iban a su aire, las calles lucían saturadas de personas. Él se había enfocado en lo novedoso que resultaba una adaptación actual de una obra tan reconocida, se la imaginaba con toques vanguardistas, con actuaciones destacadas, no en vano una actriz famosa figuraba como protagonista. También reflexionaba en el sentido que le darían a un texto ideado hace más de cien años, probablemente le cambiarían ciertos aspectos para adecuarla a su propuesta, cercenarían las partes que no consideraran significativas, en pocas palabras, reescribirían la obra.
Entonces, en tales circunstancias no sería mejor decir: representación inspirada en, en lugar de colocar adaptación de, no obstante, como él no era experto en estos temas (solo elucubraba ideas) basándose en su sentido común, dejó de lado sus planteamientos, le pareció que, si un especialista ponía adaptación, era lo correcto.
Al llegar al local tuvo que hacer cola para ingresar, se fijó en el número que tenía escrito su entrada, cuando pudo acceder lo buscó y se sentó. Pronto se dio cuenta de que el local se llenaría, por suerte, a pesar de ello, el asiento era cómodo y cada asistente estaba lo suficientemente separado como para que estuviera a gusto.
Al apagarse las luces los murmullos cesaron y aparecieron los intérpretes sobre el escenario, durante el desarrollo a él le pareció novedosa la propuesta, una obra así necesitaba de un empuje de este tipo. Asimismo, incluyeron música de fondo basada en canciones contemporáneas que, si bien, no pensó que pudieran echar mano de ellas, encajaban adecuadamente con la exhibición. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo, algunos asistentes, al concluir las actuaciones, comenzaron a hacer ruido, al principio parecía que estaban exaltados por lo que habían visto y estaban dando vivas, pero más adelante quedó claro que no era así, el ruido provenía del golpeteo que hacían con sus zapatos en el suelo, no tenía muy claro lo que eso significaba.
Al salir, ya era de noche, notó como mucha gente se arremolinaba a las afueras, esperaban la salida de los intérpretes, quizá para pedir una firma, una foto, sin embargo, se le había hecho tarde, tendría que apurarse, entrar a la estación, ubicarse en el andén y coger el primer tren que pasara.

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