Opinión

Evocando fantasmas

A veces hay películas que te transportan a momentos que creías olvidados. Es difícil de explicar la forma en la que alguien se puede identificar con personajes ficticios, de repente, está sentado delante de la pantalla y ve una serie de símbolos que van otorgándole diferentes significados. Estos componentes lo trasladan de una posición real hacia una imaginaria. Debido a ese encanto le suscitan tal embelesamiento que se ve sumergido en un mundo diferente, uno en donde puede asirse a distintos lapsos de su existencia, en este contexto quiere ser uno de los arquetipos que se muestran, pertenecer a su orbe, actuar y hablar con ellos, porque lo mueven a ensimismarse, a meditar y ver desde otra perspectiva su materialidad.
La película Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988), se centra en narrar la historia de Salvatore. A través de su propuesta adentra al espectador en ella y lo acompaña en un recorrido que va desde su infancia a su vida adulta, revelando el nacimiento de su gusto por el cine y la pericia que adquiere para trabajar como operador en la única sala de cine de su pueblo, Giancoldo, sumado a la inestimable compañía de Alfredo, un personaje entrañable que da realce a la trama, pues hace un buen tándem con el protagonista, su química salta de la pantalla y se anida en el imaginario colectivo.
Este viaje hacia los recuerdos muestra la forma en la que uno puede volver a épocas pretéritas con una simple palabra o, en su defecto, con una imagen, transitando por senderos que estaban ocultos, pero que se mantienen latentes para salir ante el más mínimo estímulo, pues son parte de nosotros (somos lo que recordamos). Este peregrinaje es una buena representación de lo que tiene lugar en nosotros tras volver sobre nuestros pasos.
Las melodías que se escuchan durante el visionado de la cinta consiguen atraparnos, siendo su música un buen elemento que encaja a la perfección con las imágenes que observamos, esto, sumado al elenco de actores, nos da una producción redonda que mantiene un alto nivel durante su duración. Esta banda sonora es una de las mejores que se han compuesto, la mano de Ennio Morricone (fallecido recientemente a los 91 años) queda patente cada vez que suena. Gracias a su pericia otorga armonías que, al ser escuchadas, abstraen y generan innumerables sensaciones.
Al final, como sostiene la obra, el pasado está lleno de fantasmas que al rememorarlos son transportados al presente. Mediante la evocación se vuelve a aquellos momentos que marcaron, de una u otra forma, nuestra vida, porque, como sostienen muchos, solo muere lo que se olvida, mientras el recuerdo perdure y las escenas se sucedan en la mente del interesado, podrá revivirlos las veces que desee (a pesar de ser solo espejismos adecuados a nuestro presente y necesidades, pues el hecho real se altera con el paso de los años). Recordar es volver a vivir, de una manera diferente, de un modo que solo siente aquel que se encuentra inmerso en ese instante efímero, que durará lo que dure su remembranza.

Mitchel Ríos

Lume

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