Opinión

Eslabón débil

Se pensó, durante mucho tiempo, que Internet era un espacio en donde los usuarios podían moverse libremente, sin embargo, a partir de la implementación de diversas normativas se inició el control del entorno y la consiguiente merma de ciertos privilegios. Para los especialistas, la red de redes, nunca fue un espacio independiente, desde sus inicios existieron entes interesados en ejercer control sobre ella.
El ejemplo de esta poca libertad se puede ver en las redes sociales en donde se comparte toda clase de información. Estas empresas manejan una ingente cantidad de datos y utilizan esa información en su beneficio, por eso, una vez dentro de esos medios, nos suministran anuncios que se adecuan a nuestras preferencias. Millones de personas se sirven de sus servicios, porque el gancho es la facilidad para crearse perfiles y, de ese modo, ser parte de su andamiaje. La llave para ingresar es proporcionar información sobre nosotros, muchos no le damos el valor que se merece. Gracias a esa facilidad con la que proporcionamos nuestros datos personales, quedamos expuestos al manejo fraudulento de los mismos.
Muchos confiamos en la ley que regula el uso de nuestra información personal, esta indica que no se puede dar un uso indebido de ella, aquellos que los tienen en su poder, deben utilizarlos para los fines proporcionados, solo durante el tiempo que se haga uso de su servicio. Una vez concluido, están obligados a destruir los ficheros generados, pero algunas empresas los conservan, los guardan y elaboran bases de datos con los documentos que han recabado, incluso llegan a ofrecerlas al mejor postor a cambio de un módico precio. Por eso los gobiernos quieren endurecer sus normas dentro de los entornos virtuales y, de ese modo, tener una presencia más consolidada, para proteger a sus ciudadanos.
Esta premisa es un arma de doble filo, por nuestra seguridad pueden elegir qué información no es segura, por lo tanto, no nos darían opción a elegir, ellos indicarían lo que es bueno o malo para nosotros. Ese endurecimiento fragmentará el ciberespacio. Sin ir muy lejos existen estados que controlan lo que pueden ver o no sus ciudadanos en la web, en especial aquellos con gobiernos de corte autoritario. Estos sistemas tienen su propio navegador, de tal modo que les sirve de filtro, para proporcionar contenidos fiables y seguros para sus ciudadanos.
Esa segmentación que se está produciendo en el mundo virtual (gracias a las disputas políticas que hay en la actualidad, en donde algunos gobiernos acusan a otros de espionaje y, con ese pretexto, prohíben el uso de varios dispositivos por considerarlos elementos inseguros en potencia), tiene su raíz en controlar el medio, a pesar de que eso signifique limitar libertades. Nosotros, como usuarios, estamos a la expectativa de lo que sucede, somos el eslabón más débil de las pugnas de poder que tienen lugar en nuestros días. No poseemos voz ni voto, esa voz la asumen aquellos a quienes hemos delegado nuestras decisiones, a pesar de que muchas veces no se preocupan por nuestro bienestar, sino por sus intereses. Sus decisiones suelen fundamentarse en esas mal llamadas redes sociales, en donde no se socializa sino, más bien, se aísla a las personas, porque ese es el futuro, vivir aislados del contacto humano.

Mitchel Ríos

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