Creatividad

Entre bichos

Cuando intentó meter el palillo por la abertura, no fue posible, había una capa de cemento que lo impedía, ¿Cómo era posible? —él vio como una alimaña se adentraba en ese espacio cuando encendió la luz del baño—, ¿su mente le habría jugado una mala pasada?, no, no era posible, si de algo de jactaba era de su buena percepción.
Lo intentó de nuevo, demostrando tener la mollera dura, no podía haberse equivocado, estaba seguro de lo que observó, sin embargo, fue en vano, por ahí no entraba ni Dios.
Desde hacía varios días se le metió en la cabeza que el piso estaba siendo invadido por bichos, se imaginaba como aparecían por todas partes y comenzaban a deambular por el lugar a sus anchas, se metían en la comida, en el refrigerador y, no contentos con eso, se escondían en zonas estratégicas de su despacho, todo esto con el fin de incordiar su día a día.
Tal vez sería una mala jugada de sus enemigos —tenía muchos—. Alguien le plantó esas alimañas para distraerlo, porque sabía de sus avances en el área intelectual.
—Sí —se respondió y añadió— solo así se explicaría su aparición.
Tras volver en sí, se dijo que no dejaría que esos bichos camparan a sus anchas, buscaría el modo para hacerles frente y demostrar su incomodidad, esperaba que lo entendieran, ahí no eran bienvenidos.
No quería pasar el trance de hace un par de años. En aquella época hubo una plaga, todo el barrio se vio afectado debido a la basura de las calles, se amontonaba y era usual toparse con bolsas abiertas, emanando olores infectos. A pesar de esto, el ayuntamiento no hacía nada, estaba centrado en efectuar sus prebendas, nada nuevo en su forma de actuar, era lo que la gente había elegido.
En esa época se encontraba a los bichos en los sitios menos esperados, no podía estar tranquilo, incluso un día se encontró a uno en la cama, le saltó a la cara y le hizo pasar el peor susto de su vida. Cuando se tranquilizó fue a buscarlo y, tras diversos intentos, lo encontró, en una esquina del suelo, en donde se escondía para no ser pillado.
Con todo eso en la cabeza fue en dirección al baño, no bien encendió la luz notó como algo se metía por debajo del lavabo -en un pequeño espació entre este y el suelo—, sus peores presentimientos se habían hecho realidad, ¿qué haría? Meditó sobre lo que acaba de suceder ¿entraría?, ¿se dejaría la piel para matar al bicho?, se puso a caminar en círculos, sin tener claro que hacer, ¡qué mal rato estaba pasando! —se dijo—, la angustia de tener un invasor, ahora real, le daba grima, ¿en qué momento pasó algo así?, ¿habría entrado por la ventana?, esta sería la opción más factible, debido a la temporada de calor, era imposible estar con las ventanas cerradas, si se hacía esto sencillamente se pasaba mal. Después de unos minutos se decidió, haría frente a esa amenaza, se enfrentaría a sus temores, dejaría de lado su reticencia, sus dudas e iría a por el invasor.
Para este fin buscó un palillo en una caja de herramientas, planificó meterlo por la rendija en la que vio que entraba, de este modo, haciendo fuerza, lo forzaría a salir y teniéndolo en esa posición procedería a pisotearlo y dejar patente que él no se andaba con chiquitas, imaginó que esto marcaría un precedente, sería una seria llamada de atención para los demás. Cogió el palillo, encendió la luz del baño, se acercó lentamente, se puso de rodillas y comenzó a desplegar su plan…

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