Opinión

Els valors

Un empresario catalán organiza una jornada de caza, (ha gastado unos cuantos billetes para llevarla a cabo, no especifica cuanto). Tiene las expectativas de relacionarse con gente influyente. Al rodearse con personajes de este calibre pretende dar un impulso a sus negocios y, de este modo, lograr un buen estatus que le proporcione suculentas ganancias. Sin embargo, sus planes se van a trastocar, no salen como los había ideado. En tal tesitura se verá envuelto en varias situaciones disparatadas, no obstante, él no pretende que su empresa se trunque, por cualquier medio la llevará a buen puerto. Esta es la trama de la película de 1978 «La escopeta nacional», dirigida por Luis García Berlanga, uno de los mejores directores que ha dado el séptimo arte español.
El modo ácido con el que se refiere a un determinado estrato, venido a menos, de la sociedad, muestra la calidad del guionista para tener una visión aguda de lo que venía sucediendo en un determinado momento de la historia española. Retrata a unos seres que viven de las apariencias y se burla del sinsentido de sus acciones, mostrándonos lo esperpéntico de una sociedad en decadencia.
La ironía (inteligente) que plantea hace que sea efectiva su propuesta, esta característica intensifica y hace que trascienda su mensaje, su forma de caricaturizar a los de la clase dominante (por llamarlos de algún modo) deviene en situaciones desternillantes, sustentadas en diálogos que tienen como trasfondo lo cáustico de su planteamiento. Así pues, demuestra lo decimonónico del sistema en el que tiene lugar su relato, un sistema desfasado con cierto tufillo reaccionario.
Junto a la figura de los ricos arruinados, también coloca a miembros del clero y políticos que, representados por curas y ministros, demuestran con su comportamiento actitudes egoístas, porque no dudan en realizar prebendas, chanchullos, en aras de beneficios personales. En su forma de actuar no se ven rasgos morales, su egoísmo se hace patente y se eleva sobre cualquier atributo de bondad, son incapaces de ver más allá de sus intereses, en donde campa a sus anchas su mediocridad, bajas pasiones y las falsas apariencias en las que perviven.
Si bien, todo lo que se ve en la cinta puede parecer ficción, no deja te tener hilos comunicantes con la realidad, ya que sus arquetipos, y situaciones, se inspiran en figuras reales que forman parte de la historia reciente de España. Además, nos lleva a hacernos una buena idea de cómo funcionan las cosas en ciertos entornos que durante mucho tiempo han llevado las riendas del país.
Por último, el carácter pesimista con el que se impregna a la realización lleva a pensar que es imposible cambiar las tornas del poder. El director nos deja claro que, independientemente de quien gobierne, las cosas seguirán funcionando igual, no habrá un cambio real en tanto se mantenga el mismo orden, solo con un proyecto transformador y una mejor metáfora de nación se conseguirá darle mayor perspectiva, pero, mientras tanto, solo nos queda reírnos de aquellos que se creen dueños del suelo que pisamos.

Lume

Agli