Opinión

Elementos condicionantes

Un día normal, en una casa cualquiera, un tipo deja patente la realidad que se esconde tras las paredes de varios hogares; aquejado por el grave problema de control de la ira, se enfada y acusa de todos sus males a su esposa. En esta tesitura se deja llevar por sus frustraciones (solo así se puede explicar su forma de actuar), dando rienda suelta a una ola de violencia injustificada. Básicamente, este es un ejemplo de la bien llamada violencia de género, a lo que algunos últimamente se empeñan en denominar violencia intrafamiliar, quitándole seriedad al tema, como si fuera un suceso únicamente doméstico y en donde no intervinieran otros factores anexos, como la intromisión del abusador dentro de las relaciones extrafamiliares de la víctima. En pocas palabras, se quiere constreñir la violencia dentro de un determinado espacio, dejando de lado el que tiene lugar fuera de él.
Una película que aborda el problema y lo muestra con toda crudeza es: Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2006). Uno puede creer que esta obra se centrará en los tópicos clásicos, en donde se hace un retrato del victimario como muy malo y la victima como muy buena, sin embargo, evita caer en el maniqueísmo, debido a ello se adentra en el problema, mostrando dos arquetipos que se ven condicionados por la violencia, es así que dibuja detalles psicológicos que supeditan a los actuantes dentro de ese ecosistema minado por la falta de respeto y confianza. También representa la necesidad de una de las partes de posicionarse como la dominante, la que tiene la voz de mando y ensalzarse con el poder de anular cualquier postura discrepante, suprimiendo cualquier aspiración de su contraparte.
Ambos personajes, interpretados por Laia Marull y Luis Tosar, nos muestran el peligro que conlleva el dejarnos manipular y delegar la toma de nuestras decisiones en otro individuo. En algunos casos la persona, con problemas patológicos, en la que se deposita dicho poder anulará y, en última instancia, destruirá cualquier signo de oposición de quien se ve inmerso dentro de este tipo de situaciones. Por eso cuando Pilar se ve en el espejo, no se reconoce (no es ni por asomo lo que fue), por lo tanto, al alejarse de ese ambiente problemático no solo bregará por reconstruir su vida lejos de Antonio, sino que también tendrá como fin primordial reconstruir esa imagen borrada a causa de años de maltratos.
Antonio reconoce que tiene un problema, por eso acude a terapia, en ella se hace consciente de los abusos que comete, quiere enrumbar el camino, ser otra persona, mejorar, hacer feliz a su pareja, pero estas buenas intenciones se ven opacadas por sus complejos y miedos que, a la larga, serán los causantes de la destrucción de su familia. Otro de los méritos de la trama es no justificar al abusador, es decir, no nos empuja a entenderlo.
El ambiente de la historia es tenso. De una forma diáfana se nos muestra el sinvivir que significa cohabitar al lado de alguien como Antonio, en donde no se puede prever su comportamiento. Es como estar al lado de una bomba de tiempo, es una persona tóxica, por el contrario, alejarse resulta complicado cuando van de por medio los sentimientos, en ese contexto se pierden de vista las señales que, a la larga, nos condicionan la existencia.

Mitchel Ríos

Lume

Agli