Opinión

El rey amarillo

Ayer vi la primera temporada de la serie True Detective, estrenada el 2014, dirigida por Nic Pizzolatto (guionista y creador de la serie) y Cary Joji Fukunaga.
Durante mucho tiempo obvié su visionado. Sabía que era buena, tenía referencias que la ponían como una gran realización.
Rust Cohle y Martin hart, interpretados por Matthew McConaughey y Woody Harrelson, respectivamente, son dos detectives de Louisiana (EEUU). Tras resolver un caso en los años noventa, vuelven, 12 años después, a reabrirlo debido a que tras un chivatazo descubren que no capturaron a todos los culpables. Durante el avance de la nueva investigación descubren que la oscuridad reside en los lugares menos insospechados, lo que genera que su percepción de la ley se trastoque.
Cuando empecé a verla, pensé que era la típica serie en la que en cada capítulo los personajes se dedicaban a resolver casos, sin embargo, me sorprendió gratamente por la manera en la que adentra al espectador en su trama.
Al inicio su ritmo es lento, se dedica a detallar las motivaciones de los arquetipos principales, mostrándonos la vida privada de Hart y Cohle, incluso los dibuja como seres imperfectos que tienen un lado bueno y malo. En su discurrir mezcla momentos del presente y el pasado de los personajes, haciendo uso de flashbacks.
Además, la amalgama de tiempos narrativos, en las que se superponen hechos de los sujetos actuantes, da pie para generar un ambiente tenso y asfixiante, siendo testigos del mundo cotidiano en el que tienen lugar sus aventuras.
Una vez que consigue captar nuestra atención, y que empaticemos con sus representaciones, los sucesos dan un giro y, mientras avanza, comienzan a acelerarse, en este punto, es primordial estar atentos, porque podemos despistarnos y perdernos instantes específicos que son importantes en el devenir de los acontecimientos.
Es así que durante sus ocho capítulos se dedica a darnos luces sobre la narración, es imposible hacerse una idea cabal de la obra si se mira por separado cada entrega, hay que concluir la temporada completa para tener una idea clara de la producción.
Por otro lado, uno de los elementos más atrayentes es Rust, un personaje lacónico que transita por este mundo haciéndose una serie de interrogantes, un pesimista que sufre en su ser los sinsabores de tener conocimiento de la imperfección y carencias del hombre.
Asimismo, la naturalidad con la que es encarnado por McConaughey hace de este ser desesperanzado el eje argumental de lo que iremos observando durante el transcurrir de las escenas. Sus gestos llenan la pantalla, lo que, sumado a la ficción creada en base a ideas cogidas de los universos narrativos de Robert W. Chambers, H. P Lovecraft y Ambrose Bierce, consigue urdir en su esencia ontológica.
Conforme fui adentrándome en su terreno la serie se hizo aún más atractiva, era un sin parar, terminaba un capítulo y empezaba el siguiente, pocas veces me he visto una serie sin hacer pausas y esta fue una de ellas, era imposible detenerse, solo lo hice cuando vi que la historia de Cohle y Hart llegaba a su fin.

Lume

Agli