Opinión

El policía «absurdo»

Los comportamientos más reiterativos en un medio son los encargados de mostrarnos lo normal, el uso (la repetición) hace la norma (regla), y lo realizado por minorías representa lo anómalo. La poca constancia en determinados comportamientos hace de ellos lo inusual, es decir, al ser agentes poco frecuentes, su interacción con el medio puede ocasionar el resquebrajamiento del orden imperante, por lo tanto, la comunidad para mantener el ambiente saludable lo combate y lo hace desaparecer; como si de una enfermedad se tratara lo reconoce como patológico.
La película Serpico (1973, basada en la novela biográfica escrita por Peter Maas), dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Al Pacino, nos presenta al personaje Frank Serpico, un joven policía que trata de actuar de la forma correcta en un medio donde impera la corrupción; el no pactar con ese entorno lo lleva a pasar por situaciones peligrosas. Se inicia por el final, luego nos va mostrando cómo se llegó a esa situación. Al principio puede parecer que la actitud de Frank no tardará en decaer a causa de las presiones. Aparentemente su modo de ver los sucesos se debe al hecho de ser un policía recién salido de la academia (su inexperiencia, su poco tiempo en el cuerpo de seguridad podrían explicar su comportamiento). Sin embargo, su espíritu no decae, él ha seguido esa carrera por vocación y no como una manera de ganarse la vida, eso lo diferencia del resto, ama su profesión y le aflige la existencia de esa podredumbre en el interior de la institución. Además, nos muestra su desenvolvimiento fuera del entorno policial, dándonos pinceladas de la manera como se perciben las relaciones entre los diferentes actores y coadyuvantes de la puesta en escena de la narración.
Serpico representa la figura del sujeto incorruptible, absurdo desde cualquier punto de vista, dentro de un entorno enfermo, plagado por individuos que han hecho de lo patológico la norma; dan por buenos los diferentes delitos que se dan en el medio. Se sabe que el deber de la policía es velar por la seguridad de los ciudadanos.
En la sociedad moderna la delincuencia se ha diversificado pasando de ser un hecho solitario a convertirse en algo corporativo, de este segundo modo delictivo es de lo que nos habla el filme, la criminalidad ha mutado y es difícil de controlar, los buenos se confunden con los malos.
Los entes encargados de vigilar y castigar han sido corrompidos, el cohecho se ha anidado en su interior tomando el control de los elementos que manejan los dispositivos propagandísticos; se aprovechan del temor de la población a la inseguridad y la confianza depositada en esa institución, dejando entrever que las personas son fácilmente manipulables.
El miedo es una reacción a la inseguridad, el sistema como tal se sirve del temor generalizado para poner en marcha dispositivos de control; con el pretexto de velar por los derechos de sus habitantes se sirve de estos fenómenos porque le son de utilidad.
En la película el crimen es lo normal, en palabras de Emile Durkheim, es algo habitual, aunque parezca incoherente, se debe a que pensar en una sociedad exenta de crimen —dentro de esa ficción— sería una utopía, porque para desaparecer debería existir un juicio universal. La figura delictiva depende del contexto, nadie puede negar —en la actualidad— que la condena a Sócrates fue un crimen cometido por el estado griego, pero en su momento el estado se ceñía a sus normas, por lo tanto, estaba haciendo cumplir sus leyes establecidas, porque el filósofo había sido acusado de corromper a los jóvenes y de la nula creencia en los dioses, acusación que desencadenó en la condena a muerte, bebió cicuta conforme a lo establecido en Atenas.
En ese sentido la sociedad que nos presenta la cinta es Anómica, tomando el concepto de «Estado Anómico» de Peter Waldmann, sus dispositivos de seguridad lejos de garantizar la paz interna, constituyen una fuente particular de desorden, no brindan las condiciones adecuadas para el desenvolvimiento de sus ciudadanos; por eso la lucha de Serpico será infructuosa, a pesar de ser el primer policía que declara ante la justicia en contra de la corrupción enquistada, el medio está envilecido. Después de ver la película queda la idea de que nada se puede hacer, el problema está enraizado en el origen —en las bases de la sociedad—, si Frank no puede combatirlo desde dentro es iluso pensar que podrá hacer algo desde fuera, pero no todo está perdido, cuando nos cansemos de luchar contra el sistema, siempre nos quedará la definición que hace Albert Camus de lo absurdo.

Mitchel Ríos

Lume

Agli