Opinión

El juicio final

Una de las mejores películas que tiene en su filmografía Stanley Kubrick es ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú. La trama de esta cinta de 1964 es simple: Un general estadounidense convencido del avance del comunismo en el mundo, decide asestar un golpe certero al centro neurálgico de este movimiento, la URSS. Para llevar a cabo este proyecto pone en marcha un dispositivo que atacará puntos estratégicos que mermarán las fuerzas del enemigo. Con esto, en un claro acto de insubordinación, tensa las relaciones entre rusos y norteamericanos, desencadenando una serie de hechos que no traerán nada bueno a nuestro planeta.
Ver una película dirigida por Kubrick nunca decepciona, siempre deja algo que nos hacen pensar. La guerra fría fue un evento que tuvo lugar después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en donde las dos potencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, tuvieron enfrentamientos políticos, ideológicos, sociales y culturales, alrededor de más de cuarenta años, entre 1945 y 1989 (año en el que cayó el muro de Berlín).
El director de Lolita decide dejar de lado el aspecto serio del tema y se decanta por parodiarlo, por eso lleva al extremo el comportamiento de ambas partes y juega con la posibilidad de lo qué sucedería si se llevara a cabo un ataque nuclear, motivado por el odio hacia los rojos y al modo en el que han ido contaminando las raíces de las sociedades libres. Porque ese virus llamado comunismo es un mal que entorpece y trae atraso, no así la visión progresista del capitalismo que, basado en un espíritu de solidaridad, es adalid de los derechos humanos y la democracia, además cubre bajo su velo neoliberalista lo mejor de cada nación. Ilustres personajes inteligentísimos confían en esta ideología y tienen como fin supremo llevar la prosperidad allá donde estén. Su labor filantrópica es invaluable y así lo vio el director norteamericano, por eso ellos, al considerarse superiores, resolverán el conflicto.
Después de ver esta obra y disfrutar de la buena interpretación de Peter Sellers que, con sus tres distintos papeles, demuestra su versatilidad a la hora de actuar, comprendí que, aunque esta realización aborda un tema truculento, el de la guerra nuclear, desde la mirada de la comedia, no queda duda de que estamos a expensas y tenemos depositada la confianza de nuestra seguridad en seres como nosotros, más o menos inteligentes, pero seres de carne y hueso con fantasmas y dudas existenciales que, en un momento de locura, nos pueden llevar a una catástrofe sin precedentes.
No me puedo imaginar un final mejor, en donde solo se ve una gran explosión que deviene en un silencio sobrecogedor y tras ello comienza a sonar la melodía We’ll meet again cantada por Vera Lynn. De repente es verdad, tras la aniquilación de la raza humana, por los propios humanos, habrá un reencuentro en el más allá, no obstante, esto nunca se sabrá o, tal vez, Kubrick sí lo sabía, por eso se le ocurrió plantearlo.

Lume

Agli