Creatividad

De vacaciones

Se hacía intenso el ruido, entraba en la habitación como una fuerza extraña que se adueñaba de todo el espacio —pequeño en comparación con el mundo que estaba fuera— no era agradable; se estaba convirtiendo en un sitio incómodo por lo que estaba sucediendo.
Preocupado por la bulla se levantó somnoliento; había llegado de un largo viaje y deseaba descansar. Su periplo había empezado en una zona alejada —llegó puntual y eso era excelente— necesitaba trasladar algunas cajas; como era verano era mejor hacerlo cuando el sol no pegara tanto y fuera posible caminar tranquilo —sudaba excesivamente; empezaba como una pequeña humedad que aparecía en su frente, se sentía fastidiado—. Por eso planificó su desplazamiento de tal modo que las seis horas que pasaría en el tren las ocuparía en hacer parte de su trabajo y al llegar iría a buscar sus pertenencias —un plan perfecto sin puntos flacos—. Terminó de hacer sus deberes antes de lo que había calculado; se puso a ver la película que ponían en una de las pantallas del tren y pasó la azafata.
—Disculpe, me puede proporcionar unos audífonos —solicitó de forma educada.
—Tome usted, ¿le puedo ayudar en algo más?
—Por ahora no, si necesito su ayuda, la llamaré, gracias.
Sacó los audífonos de la bolsa en la que venían, procedió a conectarlos, quiso escuchar el filme en idioma original; no pudo. El canal en el que se suponía que debía oírse el audio solo hacía un ruido extraño, no le quedó más opción que verla doblada.
El problema de ver películas así era que la fuerza de interpretación de los actores se desperdiciaba y los gestos no se correspondían con las palabras que se escuchaban. Trató de cambiar de canal y solo consiguió percibir un tipo de música que no era de su agrado; regresó al anterior en donde estaba el audio doblado, un sonido burdo, tosco, un completo despropósito. El film era una comedia ligera, quizás los buenos cobraban más por los derechos de reproducción o la empresa encargada de los trenes tuviera algún tipo de convenio con la distribuidora, solamente así uno se podría explicar que siempre pusieran ese tipo de películas en los viajes.
El papel principal de la cinta lo personificaba un tipo que salía en una serie de televisión muy entretenida, sin embargo, su actuación no era de lo más destacable, estaba mejor en su papel de siempre.
—Eso suele suceder cuando te encasillas —pensó.
Dándole vueltas a la cabeza pensaba en lo mal que se sentiría al ser encasillado en un solo aspecto de su actividad, su sueño —como el de todos— era ser considerado alguien con dotes múltiples y que podía desempeñarse en cualquier medio, elemento o entorno en que lo pusieran. Él creía saber adaptarse a las circunstancias —fueran las que fueran—, siendo así consideraba que podía trascender, pero, para realizar obras importantes tendría que irse a vivir a otra ciudad —una menos estresante—. En la que vivía había de todo y a veces le parecía, que era demasiado.
La cantidad de gente que andaba por la zona le parecía excesiva, aumentada por la cantidad de turistas que venían en época de vacaciones. Las calles se hacían intransitables. Los alquileres se elevaban de forma exagerada y las empresas inmobiliarias no dejaban de aparecer.
—¿Usted vive por aquí?
—Sí.
—¿Es dueño o alquila?
—Me acabo de mudar.
—Nosotros tenemos alquileres que le pueden interesar —le entregó un folleto en dónde se especificaba cada una de las propiedades que tenían—. Nuestro número está ahí —remarcó.
Había comenzado a elucubrar una teoría: «Cuando aparecen las empresas inmobiliarias por una zona, es hora de preocuparse. Lo más probable es que se comience a especular con el precio de las viviendas y los alquileres».
Estas empresas eran como cucarachas, bastaba que apareciera una para que empezaran a llegar más y cuando menos te lo esperabas estaban por todos lados. Ofrecían pisos turísticos, funcionaban como hoteles, cobraban por noche y lograban alejar a la gente que necesitaba hacerse con un alojamiento por más tiempo.
Las inmobiliarias seguían apareciendo cada cual con nombres más risibles.
—¿FOJAHOUSE?, ¿quién puede tomar en serio a una empresa con ese nombre?
No todo era malo, podía vivir en el lugar que le gustaba, aunque se le fuera buena parte del sueldo pagando el alquiler.
—Un lugar tranquilo —se decía—, más tranquilo.
Una opción era irse al pueblo. En él vivía bien y comía a mesa puesta —su pensamiento volvió del ensueño—. Ese lugar era apacible, una buena localidad para establecerse, el único problema giraba en torno a la falta de trabajo. Eso perjudicaba cualquier idea emprendedora, las posibilidades de crecer en los campos que a él le interesaban eran complicadas, por no decir imposibles, por eso, aunque muchas veces se lamentara y reclamara por todo, se sentía cómodo.
—Esa idea de trascender tendrá que ser olvidada —se dijo—, aunque de todas formas no quería ser encasillado.
Había momentos en los que la película lo empalagaba, en esos momentos se ponía a ver el paisaje por la ventana, las imágenes parecían estar pintadas, trataba de distraerse, evadirse, divagar. Quería que pasara pronto el tiempo y llegar a la estación en la que tenía que bajarse. La emisión terminó, dejándole claro que ese actor no servía para ese tipo de papeles; abandonó este pensamiento cuando pasados unos treinta minutos el tren llegó a su destino.
Esperó a que bajaran todos, se acercó lentamente a coger su maleta y se dirigió al hall central, para eso tenía que subir en las escaleras mecánicas a la parte alta del edificio, quedaba a unos doscientos metros de donde bajó, una vez ahí se acercó a una de las máquinas para pasar el billete del tren y obtener un ticket combinado. Al primer intento falló; tuvo que introducir de manera manual el código y el ticket fue expedido. Lo cogió, bajó al andén en el que había visto que tenía que tomar el tren —efectivamente— estaba en el lugar señalado, subió, ocupó un asiento que quedaba cerca de la puerta, aunque le entraron dudas de si había tomado el correcto. Pudo bajarse en la estación deseada, desde ese lugar a casa aún tenía que caminar unos quince minutos. Llegó y entró en la habitación, estaba consiguiendo dormir cuando el ruido en la calle interrumpió el descanso. Salió a ver por el balcón, pudo observar que la bulla era ocasionada por varios turistas que no dejaban de reírse ¿y qué más iban a hacer?; estaban de vacaciones.

Mitchel Ríos

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