Opinión

Cuestión de espacio

Hace algunos días, el indicador de la capacidad del disco interno de mi ordenador cambió a rojo, hasta hace poco tenía un color celeste que daba tranquilidad, pues indicaba que podía seguir acumulando archivos sin preocuparme.
En tal tesitura comencé a buscar distintas opciones para aumentar la capacidad de almacenamiento del portátil, en la actualidad hay una oferta variada para hacerse con espacio en la nube.
Tras analizar las opciones me decanté por uno que incluía un servicio de ofimática, comparándolo con el resto, ese plus me resultó atractivo, ya que los demás no ofrecían herramientas a la altura, se centraban únicamente en el almacenamiento.
Así pues, me puse a seleccionar los archivos que iba a cambiar de ubicación, al inicio pensaba copiarlos a destajo, subir todo y luego seleccionar los que servían o no, sin embargo, caí en que sería hacer un doble trabajo. Como esto me pareció una tontería, decidí conservar aquellos que fueran importantes y dejar de lado los que habían quedado obsoletos. No fue difícil hacer la elección, tenía claro lo que pensaba guardar.
En principio subiría mis archivos personales y, de este modo, podría acceder a ellos desde cualquier dispositivo, una tarea sencilla. Desde que se hizo común esa abstracción llamada nube, ha cambiado nuestra perspectiva del mundo virtual, es cómodo las facilidades que brinda, dejando de lado los soportes físicos que más de una vez nos generan dolores de cabeza, debido a que suelen estropearse con suma facilidad y, en tal situación, perdiendo la información que contienen. No exagero si considero que esto nos ha pasado a más de uno, sintiendo impotencia por no poder recuperar archivos importantes almacenados en un soporte perecedero.
Durante el tiempo que invertí en la selección, me surgió la pregunta: ¿Cuánto espacio necesitamos en la nube para nuestras cosas?
La interrogante es simple, surgió haciendo un parangón con el espacio que necesitamos para vivir, solo extrapolé la idea y me di cuenta de que en los espacios virtuales también funcionan estas elucubraciones, ya que tenemos el espacio que contratamos, al igual que cuando alquilamos un piso, la similitud salta a la vista.
Pero tratando de encontrarle una respuesta pensé en un colega, un tipo que guarda todo y nunca se deshace de nada (me refiero a sus archivos del ordenador), es un Diógenes moderno, no sé como puede tener aprecio a estos objetos inmateriales, creo que no es consciente de su afección, no sabe a ciencia a cierta lo que conserva, solo guarda y guarda, para él no es algo preocupante, pues hasta ahora no ha sufrido problemas de capacidad, pero llegará el día en que lo necesite, tal vez, en ese momento lo comprenderá, cuando vea que guarda cosas innecesarias.
Con el espacio contratado por ahora me basta, si, de vez en cuando, hago limpieza, no tendré necesidad de ampliarlo durante un buen tiempo, el día que me haga falta sabré responder a la pregunta que me formulé, ya que, a mí por ahora, con un tera estoy servido.

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