Opinión

Cruce de miradas

Una de tantas veces charlaba con alguien sobre el amor a primera vista, yo sostenía que es improbable, por no decir enexistente, sin embargo, mi interlocutor alegaba que era verdad, él añadía que lo había vivido, era una sensación distinta que no se parecía a nada, era intensa y encandilaba, a esto se sumó la afirmación de que, si no le creía, podía darme unos ejemplos y, sin ir más lejos, me recomendaba ver una cinta que, más o menos, exponía su punto de vista. No era exprofeso, pero en los detalles se podía observar.
Tras esa charla, confié en su recomendación (sin esperar a que me hiciera pensar diferente), por lo menos deseaba que fuera entretenida.
La película Carol (Todd Haynes, 2015), es la adaptación cinematográfica de la novela de título homónimo escrita por Patricia Highsmith, esta fue publicada originalmente con el nombre El precio de la sal en 1952 bajo el seudónimo de Claire Morgan, ya que fue censurada por sus propios editores a causa del tema que abordaba, el amor lésbico. En 1989, en una nueva reimpresión, se le dio la denominación definitiva y apareció con el nombre verdadero de su autora, gracias a que dejó de ser un tema tabú la homosexualidad.
La realización, hecha para el cine, nos sitúa en el New York de los años cincuenta. En su desarrollo, detalla la relación entre Carol y Therese, dos mujeres que provienen de mundos distintos y a las cuales solo les une un sentimiento, cada vez más apasionado e insondable, que trastoca sus existencias para siempre.
El director hace un buen trabajo en la puesta en escena, de forma calmada y ligeramente lenta, va presentando los distintos elementos que serán parte de la historia que se desarrolla a partir del guion de Phyllis Nagy. El lenguaje de los gestos es lo que sustenta en cada acto la relación entusiasta de los personajes que se ven en la pantalla. Las miradas, los detalles intrínsecos, y las actuaciones de Cate Blanchett y Rooney Mara nos hacen cómplices de sus interacciones transgresoras, sus personificaciones viven la experiencia de una relación sin ataduras, pura, que nace, muere y resurge en cada uno de sus encuentros, pues en su progreso el lazo que las une se hace más fuerte, llegan a conocer sus verdaderas naturalezas, se ven como realmente son, sin imposiciones falsas, son libres al estar juntas. El reflejo en sus miradas es sincero, se obsequian un amor limpio, dejan de lado los juicios vanos, no se centran en las diferencias, más bien se circunscriben a sus sentimientos.
A veces no es necesario apuntar solo a producciones intrincadas, con giros de último momento que generen suspense y que arrastren secretos por todos lados, debido a que, en ocasiones, resulta igualmente satisfactorio visionar filmes de corte lineal, sin florituras innecesarias. El planteamiento de Haynes no necesita de esos artificios, su corte sencillo la hace destacar, sería contraproducente añadirle elementos redundantes únicamente con el afán de hacerla más efectista. Esa manera en la que presenta a sus arquetipos, sin intrigas y de manera directa, le da claridad a su planteamiento, asimismo su agudeza nos lleva a través de sus entresijos en aras de abrir nuestra mente.

Mitchel Ríos

Lume

Agli