Opinión

Controlar el presente

Debido a los acontecimientos que están teniendo lugar en la actualidad no dejo de darle vueltas a la obra de Orwell, 1984. Cuando leí la novela, con su ambiente distópico, me dejó marcado el mundo manipulado en el que vivía Winston Smith, en el que cualquier tipo de discrepancia con el sistema era castigado por la policía del pensamiento, así como la alteración constante de la historia y las noticias para lavar el cerebro de los habitantes de Oceanía. Con ese adoctrinamiento inculcaban el pensamiento único y, así mismo, conminaban a creer a pie juntillas en la palabra del gran hermano, apelando a que ello era ser un ciudadano de bien.
Una película que se basa en esta obra es 1984 (Michael Radford, 1984), realización que trata de ser fiel a la novela, cuenta la historia de un trabajador del ministerio de la verdad que al conocer a una mujer se adentra en los peligrosos senderos del libre pensamiento, por tal delito las autoridades lo castigarán y quebrantarán su naturaleza humana.
Quienes controlan la información, los medios de comunicación, controlan el presente, adaptan a sus necesidades la realidad, pues con el impacto propagandístico mangonean a la masa, saben que muchos no se dan la molestia de cotejar las noticias que leen, escuchan o ven, no se detienen a pensar de forma crítica, simplemente dan por cierto todo y, sin ser conscientes, se alimentan de las mentiras que los medios partidistas profesan en aras de la libertad de expresión. Estos instrumentos creadores de bulos, destruyen a todo y todos aquellos que no comulgan con su línea editorial.
Desde mi lectura hasta que vi la película transcurrieron unos cuantos años. Fui reacio a verla, porque no me suelen gustar las adaptaciones de las novelas que me marcaron. Por eso en esta oportunidad decidí pensar en la película y la novela como obras independientes, cuya única relación patente es el título, pues no deja de tomarse licencias. No obstante, consigue mantener en vilo al espectador durante todo su metraje, el ambiente caótico y la angustia de sus personajes son lo más destacable, impregnándonos de su pesimismo al estar en manos de seres que buscan destruir sus mentes, recomponerlas a su antojo (e intereses) y qué consideran al poder un fin en sí mismo, no un medio, estos entes buscan mantenerlo a cualquier precio, incluso cometiendo tropelías. No deja de ser llamativo que, conforme vamos avanzando como sociedad, nos vamos deshumanizando en aras de conseguir el mal llamado éxito.
Tal vez, en un futuro próximo todos tendremos espías en nuestras casas (como si fuera un gran hermano) que informarán de nuestras actividades al establishment y nos perseguirán por ello. Hoy solo recibimos, si las autorizamos, recomendaciones que se ajustan a nuestras preferencias y ubicación, no es espionaje en ninguno de los sentidos, solo es una herramienta que nos hace más fácil la vida. Lo de la persecución, por nuestras ideas, no lo verán nuestros ojos, pues, no lo olvidemos, vivimos en una democracia plena.

Lume

Agli