Creatividad

Bullicio

El tipo de enfrente movía el pie al ritmo de la melodía, una estación atrás había subido un intérprete ambulante, en esa condición podía dar sus conciertos en cualquier parte. En aquel lugar era común ver músicos de todo tipo, ejecutaban piezas clásicas, folclóricas, incluso algunas poco conocidas; bien efectuadas eran agradables a los oídos. Sin darme cuenta fui aprendiendo de sonidos, mi oído se fue acostumbrando a discriminarlos, a veces solía quedarme con algún ritmo en la cabeza, por su culpa me fui haciendo con varios discos, me dirigía al centro comercial con aquella armonía en el pensamiento, si tenía suerte me daban razón de ella, sino, tenía que apañármelas como podía. No era un melómano, simplemente me tenía por simpatizante.
Una vez, por causa del apuro, escuché por encima una canción que no sonaba mal, me gustó, fue un lapso corto; por un momento se me impregnó en las ideas, si hubiera tenido más tiempo le hubiera prestado más atención. El chico que tocaba lo hacía con maestría, llenaba el espacio con su fina ejecución. El tiempo fue escaso como para memorizar aquella tonada, lo poco que capté me pareció excelente, sin embargo, muy a mi pesar la iría olvidando en el transcurso del día cuando me centrara en mi actividad cotidiana, no obstante, si tenía suerte, la volvería a escuchar a la vuelta, aunque eso sería poco probable, el músico no estaría mucho tiempo en el mismo sitio, ahora estaría trasladándose a otro lado. Encontrarlo sería una empresa ardua, una aventura, estaría en alguna calle, se imaginaba ubicándolo, lo llevaría a tomar un café en el bar de siempre, le diría: Sírvete lo que quieras, yo invito. No era una forma corriente de conocer a alguien, pero siempre hay una primera vez para todo.
¿Cómo terminaste tocando en la calle?, ¿cuál es tu motivación para ofrecer tu arte de ese modo?, no, disculpa, fue una pregunta tonta, ya sé, ahora me dirás: no hay pregunta tonta, sino, un tonto que no pregunta, eso sonó fatal, lo sé, pero me refería a algo más trascendental que ganarse la vida, no me hagas caso, estoy dando tumbos de ciego, no me malinterpretes, no quiero parecer alguien banal, hablemos de algo que a ti te guste, la primera vez que cruzas palabras con alguien siempre va mal la situación, por lo menos yo, me pongo nervioso, ¿te lo comenté? Sería una buena charla, pero las cosas nunca salen como las planificas, mejor sería dejar todo al momento, las cosas deberían ir surgiendo, dándose, no forzarlas; me interesaba conocerlo. Si se diera la oportunidad sacaría a relucir mis conocimientos musicales, no, mejor, no, no es un tema que maneje bien del todo, mejor no decir nada y dejar que la otra parte lleve la charla, además por la maestría demostrada al tocar, sabría todo sobre este tema, sería alguien preparado, mejor sería leer algo sobre el tema, evitar ser incomodo con mis dudas. Sería solo un café, pero estar delante de un artista sería una experiencia única, al estar tan cerca podría darme algo de su talento, todo iría bien si nos comenzábamos a sentir cómodos con la compañía. Era sencillamente excitante ver el talento que me fue negado en otras personas. Alguna vez probé yendo a clases, era en vano, no era lo mío, o lo tienes o no, conforme pasaba el tiempo, llenar papeles castraba la creatividad. Si hubiera sabido desde joven cuales eran mis aficiones, otra sería esta historia, muy tarde descubrí mi opción, dicen que nunca es tarde… para ciertas cosas sí, no tendría por qué sentarme mal esta afirmación.
El trabajo es para hoy, sí, disculpe, se me fue la olla, ¿en qué andarás pensando?, estará en otra dimensión, tenía otras preocupaciones, me tenían ocupado, por pensar en supuestos me metería en problemas, sería una locura hacer algo así, no me vendría mal hacer una, sin embargo, no era una buena temporada para exponerse de esa manera, respiré hondo, podría vivir con la duda. Trataría de presionarme para recordar ese ritmo, podría tararearla; grabarla con el móvil, a estas alturas no sería posible, tendría que esperar a volver a escucharla. La suposición inicial fue correcta, durante el camino de vuelta no encontró rastro del artista, seguiría su vida de la misma forma, no tenía más opciones.
El ambiente era de lo mejor, el sonido lo ocupaba todo, daba colorido, de repente la música paró y fue reemplazada por el ruido de las conversaciones, nada armónicas, eran un griterío, se asemejaban al zumbido de abejas, todas sumidas en temas diferentes, en jaleos diversos. Me volví a fijar en el tipo de delante, lo miraba de vez en cuando al dejar de leer, el muy cachondo seguía moviendo el pie, ahora sin música, se dio cuenta que lo observaba, me soltó una mirada cómplice, me acojonó, volví a mi lectura.

Mitchel Ríos

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