Opinión

Avaricia

Durante una temporada, hace ya unos años, en el canal del estado pasaron un ciclo de cine negro. En esa época (aún lo recuerdo), no tenía idea de lo que significaba ese género en sí, era muy joven y tenía la concepción de que la denominación se debía a que eran en blanco y negro. En ese momento no tenía los conocimientos actuales, sin duda, estaba equivocado, de eso me di cuenta conforme fui visionando cada una de las obras que echaban.
Una de ellas fue El halcón maltés (John Houston, 1941), cuya trama gira en torno a las aventuras de Sam Spade, un detective que se mueve bajo sus propios preceptos, no tiene reparos en infringir la ley si un caso lo requiere, es un tipo duro, frio y calculador que hace uso de las normas de acuerdo a su conveniencia. Un día recibe el encargo de investigar a un oscuro personaje que tiene fama de ser violento. Lo que al principio parecía un trabajo sencillo, monótono, de los que requieren poco esfuerzo, se va complicando conforme avanza en sus pesquisas, entretejiéndose un sin número de imprevistos que desembocan en la búsqueda de un tesoro antiquísimo.
La mentira y la codicia se entremezclan en el decurso de las escenas, siendo fundamental la primera, al inicio del filme, en donde nos presentan a los personajes y se hace la introducción de lo que veremos a continuación, una vez que se tiene cierto conocimiento de sus motivaciones y queda patente el nudo, en el desenlace salen a relucir las ambiciones de los actuantes, por eso es sobresaliente la forma en la que se dibuja la condición humana.
También destacan los diálogos y la utilización de la comunicación paralingüística, ora en la notica de un diario, ora en el ticket de una compra. Esto le da una característica única debido a que muchas escenas cobran sentido gracias a ellos.
Está claro que tras ver esta obra y admirar el excelente papel que hizo Humphrey Bogart, sumada a la gran dirección de Houston, se entiende el porqué es considerada una de las mejores películas de este género, film noir. Si en verdad, como afirman muchos especialistas, es la que lo inaugura dentro del séptimo arte, no podía ser iniciado de una mejor forma, porque esta obra tiene todo: buenas interpretaciones, una buena trama y, asimismo, un atinado desarrollo que se va enriqueciendo gracias a sus giros inesperados. Estos elementos se suman en una narración trepidante que genera suspenso, sin otorgar pistas que nos ofrezcan certezas sobre el desenlace de las acciones.
Hace poco la he vuelto a ver, recordando esos tiempos en los que tenía una idea errada sobre este tipo de producciones. Me resultó tan fresca como la primera vez. Me volvió a encandilar Sam con sus frases cortantes e intervenciones mordaces. Además, parafraseando una de sus intervenciones, está película está hecha del material con el que se forjan los sueños, por eso ha trascendido y seguirá haciéndolo con el paso del tiempo, pues su forma de abordar las pasiones humanas es atemporal y descarnada.

Lume

Agli