Creatividad

Afterwork

La cerveza parecía no mermar, la charla aumentaba en intensidad, estaban en ese momento en el que se pierde cualquier perspectiva del volumen de la voz.
Es de subnormales, entiendes, de subnormales, sé más idiomas que tú, sin pelos en la lengua, se queda quieto delante y comienza a soltar su rollo, que está ahí por caerle en gracia al dueño, que no te enteras, no solo eso —en esta parte me mordí la lengua, si suelto todo me despiden—, no te metas en mi trabajo, yo no me meto en el tuyo, así de sencillo, es un simple chaval, un gran toca pelotas, eso es, no te enfades tío, estamos aquí para pasar un buen rato.
El local no era demasiado grande; en él cabían más personas de las que uno podría imaginarse, yo estaba tomando una tosta, me decanté por ella porque un montadito se me hacía demasiado. Para salir de dudas le pregunté a la chica que atendía cual era la diferencia entre ambos, aparte del precio, me arguyó que eran similares, pero el montadito venía con un pedazo de pan encima, con esa argumentación me decanté por mi primera elección. Para finalizar, le solicité una recomendación más, me dijo que las patatas bravas estaban buenísimas, me dejé llevar por la sugerencia.
A los críos de hoy se les va todo por la boquita, se aburren, dicen, si se aburren tanto, aprendan otra lengua, invierte tu tiempo en mejores actividades, por Dios, no me entra en la cabeza, en serio tío, no puedo entenderlo, disfruta del afterwork, deja de lado los anglicismos, llama a este momento como debe ser, una tarde de cañas, pero suena mejor afterwork, no me chinches, no es chinchar, ¿entonces?, hablas de aprender idiomas o no, sí, pero no ahora, estoy pasando un momento tranquilo, cierto…
No tengo cerveza normal, hay de la tostada, nos miramos a los ojos —mi acompañante y yo—, si no tienes otra, sírvenos de esa, no es porque la venda yo, pero está buenísima, si no es así, ¿no pagamos?, lo dejo a su elección, soltamos unas risas, era la gracia, divertirse —no tenía ganas de complicar las cosas—, recuerda que hemos salido porque mañana caerán chuzos de punta, por casualidad estaba con la radio en el coche y dieron la noticia. Mañana tendremos que quedarnos en casita, lloverá bastante, sí, lloverán esas puntas de chuzo como dijiste, ¿qué?, puntas en chuzos, ¿no fue lo que dijiste?, lo acabas de comentar, estabas en el coche y soltaron la noticia, no, no, dijeron que eran chuzos de punta, eso, lo que acabas de decir.
Siempre habrá algún subnormal, lo repito, aparece y te dice lo que debes hacer, como eso que recomiendan llevar a tus hijos a un campamento, en qué cabeza, claro, como el dinero no sale de sus bolsillos, hala, vamos a expoliar los de los padres y no solo eso, venga a inscribirlos en cursos, son unos subnormales, la palabra se queda corta.
Por lo visto la palabra de hoy es subnormal, me está acribillando el oído con sus gritos, ¿no se da cuenta lo molesto que es escucharlo?, si lo notara sentiría vergüenza, no debe sorprenderte, estos lugares son así, por otro lado, si quieres silencio, puedes ir a la iglesia, tienes una a dos calles, no tengo pecados que confesar, no es necesario tenerlos, puedes ir a pasar un momento contemplativo, por algo es la casa de Dios. Nuestro creador está en todas partes, sí, pero como en su casa en ningún sitio.
El móvil es el artefacto más utilizado por el hombre a lo largo de la historia, no recuerdo en dónde lo leí, pero sostenía que, haciendo un sondeo desde las épocas de las cavernas, este trasto es el más empleado, ¿tienen estadísticas de aquellos años?, más o menos, los expertos han realizado excavaciones y han encontrado artilugios que datan de tiempos pasados, con ello han rellenado sus bases de datos, por eso, en la actualidad, se pueden hacer parangones entre las distintas épocas. Me estás diciendo que el celular es lo más…, ¿celular?, ya pareces latino. No tiene nada de malo, además es la castellanización del término, cell phone, otra palabrita anglosajona, como te gusta tocar los…
Por lo visto terminó su perorata, ya era hora. Nunca he entendido como puede haber gente a la que no le es posible charlar sin soltar tacos. Nuestro idioma es tan rico que no es necesario citar siempre las mismas palabras, en serio, si usáramos todas las que existen, y están recogidas en el diccionario, podríamos pasar días sin…, eso no es cierto, repetiríamos algunas, como, por ejemplo, las preposiciones y conjunciones, no me refería a eso, yo no apuntaba a las palabras que permiten la fluidez al hablar, sé a lo que te refieres, entonces a qué viene eso de interrumpirme, me gusta hacerlo. Te divierte quitarme protagonismo, me divierte reír un poco, ¿te ríes de mí?, no, al contrario, me río contigo.
Podemos volver al pasado y hablar de las costumbres, hubo una época en la que el azúcar era un bien valioso, solo la gente con dinero podía consumirla en exceso —con todo lo que ello implica—. Ese uso desmedido les produjo caries y el ennegrecimiento de los dientes, en esos años no había asistencia odontológica, de ahí que muchos estaban desdentados. Los pobres para aparentar ser de una clase superior se ennegrecían los dientes, el tener mala dentadura era sinónimo de estatus. Esto es lo gracioso, la gente con pocos recursos tenía una buena dentadura, pero la moda era mostrar lo contrario, el tema es patético… ¿en dónde leíste eso?, no lo recuerdo. Si tú no citas tu fuente, yo también estoy en el derecho de no acordarme de la mía, estás en tu derecho, pero no viene a cuento tu relato, no viene a cuento, pero me tocaba hablar.
¿Terminaste?, apurémonos, no vaya a ser que caigan chuzos de punta, ¡lo dijiste bien!, es que eres buena enseñando.

Mitchel Ríos

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