Creatividad

Across the universe

La quimera existencial que tenía Josué era encontrar la manera de salir adelante, necesitaba conseguir trabajo, sin embargo, su búsqueda había sido infructuosa. Mientras deambulaba por las calles no conseguía evadirse de la canción que le gustaba —la había escuchado tantas veces qué la había memorizado—. Tarareaba la melodía, no sabía quién la cantaba, tampoco sabía de qué iban los estribillos. Estaba grabada en un idioma que no dominaba.
—¿Cómo puede gustarte si no la entiendes? —le decían—, tal vez te están insultando y tú no lo sabes —añadían de forma socarrona.
—Una canción que suena tan bien no puede tener un mensaje denigrante ni palabras obscenas en su letra —respondía.
Entre tanto, seguía rondando parte de la letra en su cabeza: nothing’s gonna change my world. Mientras cavilaba tropezó con un aviso llamativo: «Empresa extranjera requiere personal para labores múltiples, no es necesaria experiencia, la capacitación corre por cuenta de la compañía», Images of broken light which dance before me like a million eyes, —anotó el número.
Llegó a casa y llamó con premura. Le informaron que el único requisito para el trabajo era la disponibilidad inmediata, concertaron una cita. Anotó con sumo cuidado la dirección y las indicaciones que le dieron para poder llegar. Esa noche imaginó que podría haber encontrado el trabajo de su vida, no obstante, le pudo la emoción y olvidó preguntar en qué consistía la actividad —se recriminaba echado en la cama.
Al día siguiente fue al sitio indicado, le hicieron una entrevista de trabajo y le preguntaron lo típico: ¿cuáles eran sus aspiraciones? y ¿cuáles eran sus expectativas?
Llegado el momento le explicaron en lo qué consistía el trabajo, de forma pausada y tomándose su tiempo el entrevistador le dijo que era para enrolarse en el ejército. En realidad, para formar parte de un grupo de apoyo, porque había necesidad de personal, a eso se debía lo de la disponibilidad inmediata —añadió—. Escuchó pacientemente y en ningún momento interrumpió. Durante toda la exposición le aseguraron y reaseguraron más cosas. A él lo que lo había convencido de todo aquello era el sueldo a recibir, no era un mal estipendio —se dijo—, Through my open ears inciting and inviting me, además, agregaron, la duración del mismo era de un año, le dijeron que lo pensara y si estaba de acuerdo podía acercarse al día siguiente.
Esa noche fue una noche de darle la vuelta a muchas cosas, pensaba en la idea de estar en un punto de conflicto, en las posibilidades que había de no regresar. En la milicia pueden pasar tantas cosas —se decía—. Piensa que es dinero, solo es un año, no es para toda la vida —se recalcaba. Una vez que logró ponerse de acuerdo con su voz interior consiguió dormir.
Con la tranquilidad necesaria al día siguiente se dirigió al lugar en donde lo habían entrevistado, lo recibieron de la mejor manera y después en un coche lo llevaron a otro lugar, le dieron ciertas directrices y le explicaron de forma más detallada la labor. Todo se fue dando de la mejor forma posible, había firmado el contrato y una carta de confidencialidad, le dieron un curso sobre manejo de armas y defensa personal, sin ser consciente del todo, se vio enrumbando hacía otro país.
Durante el trayecto se repetía que lo hacía solo por el dinero, únicamente por el dinero. Mientras pensaba en ello venían a su memoria imágenes de la película En tierra hostil —¿y si le pasaba eso?, ¿si terminaba tiroteado? —eran pensamientos que no podía apartar de su mente—, Limitless, undying love, which shines around me like a million suns. Pesaba más la importancia la estabilidad monetaria. Solo un año tenía que aguantar, nada echaría a perder esa empresa, todo saldría bien —se repetía—.
El lugar al que llegó era un cuartel enorme y le hicieron entrega del uniforme que usaría dentro de las instalaciones —vestido así se parecía a un personaje de Call of Duty, se imaginaba dentro de un juego de first person shot—.
Para su mala suerte, nada de eso sucedió, durante el tiempo que estuvo en aquel lugar solo le encomendaron realizar los trabajos que los militares de carrera no realizaban. Ese tiempo para él fue aburrido, no le pasó nada digno de ser contado. La guerra a veces no era como la presentaban en los videojuegos o en las películas, quizás sus expectativas fueron demasiado altas, Thoughts meander like a restless wind inside a letter box.
Esa etapa militar pasó sin pena ni gloria, pronto tuvo que regresar y se sentía tranquilo, le habían pagado bien. Retomó su vida cotidiana, con una pequeña fortuna en el banco, pero el dinero le duró menos de lo que imaginó, pensó que eso era imposible, según los cálculos que había realizado por lo menos podía estar tranquilo un tiempo más, ante la duda, se dirigió a una oficina bancaria y solicitó un extracto de la cuenta, comenzó a verificar los ingresos mensuales y no llegaban a la suma prometida. Acudió a la empresa en donde había firmado el contrato, lo hicieron esperar porque como él había muchos reclamando, era el quinto en la espera, cuando atendieron a la gente que estaba delante de él ingresó en la oficina y conversó con el encargado para que le explicara, quizás había sido un error. Como era de suponerse el tipo encargado de atenderlo era dueño de una verborrea estupenda, lo mareó con las cosas que le dijo y finalmente –con palabras secas añadió: En el contrato decía claramente que la alimentación y el uniforme corrían por cuenta del contratado, una vez hechos los descuentos se les hacía el depósito.
—Esto es una estafa —dijo—, es un engaño, ese no fue el trato—. No pudo decir más, en ese momento fue interrumpido —And calls me on and on across the universe—.
—Cualquier reclamación que puedas realizar, va en contra de la carta de confidencialidad que firmaste –con estas palabras su interlocutor lo calló—, eso significa que no puedes decir nada de lo que pasa aquí, cualquier acción que quieras entablar solo te traerá más problemas a ti que a nosotros —por un momento se hizo el silencio—, creo que no tenemos nada más de qué hablar.
Después de oír esas palabras se retiró de ese sitio —se sentía ninguneado—. El enfado que llevaba en el cuerpo era monumental, recorrió unos metros y poco a poco su rastro se perdió en el sendero como un haz de luz que cruza el universo.

Mitchel Ríos

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