Opinión

Un día en el museo

Algunos meses atrás en Madrid se realizó una exposición sobre la cultura helénica. La muestra se denominaba: «Agon: La competición en la antigua Grecia».
La presentación se celebró en el edificio Caixaforum, un espacio dedicado a la divulgación cultural. Los temas de las muestras que se efectúan en este lugar suelen ser diversos: arquitectura, cine, pintura, escultura, etc., la variedad de su oferta es una buena iniciativa para acercar al ciudadano de a pie a estos elementos artísticos, de otro modo sería difícil.
Las piezas que se podían apreciar forman parte del British Museum, las infografías señalaban que habían sido restauradas recientemente. La información que se podía leer sobre cada uno de los objetos mostraba el cuidado de los organizadores.
Cuando se asiste a un museo las expectativas son diversas, en esta galería había bustos, cerámicas, armaduras y figuras de cuerpos humanos, en el momento en el que nos detuvimos a observar los bustos parecía como si en algún momento nos fueran a decir algunas palabras, el detalle de la barba, los labios, los ojos y el cabello, era sumamente realista, no obstante, a pesar de las restauraciones de varias piezas, algunas estaban dañadas, pero eso no impedía imaginárselas en todo su esplendor. A su lado se encontraban las cerámicas, llamativas por su policromía (naranja y negro), esa combinación de colores les brindaba características particulares, había varias vasijas, todas ellas con representaciones de escenas de guerra, domésticas y deportivas, esos motivos dan un buen ejemplo de su historia, sirve para entender las costumbres de su época. Las esculturas —por su lado— eran representaciones exactas de seres humanos, en su mayoría hombres, daba la impresión que respiraban y que comenzarían a caminar por ese lugar. Estar delante de figuras de personajes que vivieron hace muchos años hace que se erice la piel, además uno es consciente que los modelos, es decir, las personas que sirvieron de inspiración al artista, llevan miles de años muertos. Encontrarse rodeado de estas obras tan antiguas y ver el nivel que alcanzaron con el mármol, la manera de realizar sus cerámicas, así como la forma en la que trabajaban el metal, hace que uno se asombre.
Para disfrutar de este tipo de muestras, aparte de la calidad de lo que se va observar, es importante la compañía, a primera vista hay cosas que a uno se le pueden escapar, no es fácil obtener una perspectiva ideal, por eso es mejor ir acompañado.
Recorrer una muestra con alguien que dé su opinión hace que se enriquezca la nuestra y se pueden entablar discusiones que, a la postre, nos pueden enrumbar en el camino correcto de la apreciación de un objeto. Asistir a un museo es como leer un libro, no se pueden descubrir todos sus misterios en una sola visita.
Estar cerca de estas obras y admirarlas produce sentimientos encontrados, ver el nivel alcanzado hace tantos miles de años nos brinda conocimientos que serán parte de nosotros imperecederamente.

Mitchel Ríos