Opinión

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Llega el fin de año, una fecha especial. Las celebraciones son similares en distintas partes del mundo; dejamos atrás proyectos realizados, a medio concluir o truncados. Las razones para no llegar a buen puerto con nuestras iniciativas son diversas, a veces las buenas intenciones se quedan solo en eso.
Llegan aires renovados, trayendo consigo la posibilidad de enrumbar y enderezar los senderos torcidos, tenemos una noche por delante para resetearnos —metafóricamente hablando— y así planificar nuestra bitácora para los 365 días venideros.
Hoy saldré a dar una vuelta, si el resto de días los prefiero pasar en casa, hoy no. El espíritu de las festividades se adueña de todos los del bloque, las corralas suelen ser el centro de reunión. Esta festividad es para evadirse.
No tengo nada planificado, tal vez saldré a cenar, por lo tanto, tendré que recorrer varios locales hasta encontrar uno con mesas libres. Espero no recibir el año nuevo en esta búsqueda, porque, empezarlo así, sería un desastre. Quiero que las cosas vayan surgiendo, no me gusta programarme un horario para este tipo de distracciones. Espero quedar con un colega o, en su defecto, encontrarme con conocidos, nunca faltan en el barrio. Sé que esta última opción es una moneda al aire. Nadie me asegura que el azar esté de mi lado. No creo en la suerte, todo lo que me sucede es una consecuencia de mis actos, como escuché en una película: nosotros somos los que creamos a nuestros demonios, si el de la soledad se hace presente es a causa de mi indiferencia para con las relaciones interpersonales. Saldré con lo que llevo puesto, nada de traje especial, nada de sentimiento renovado, un día más, como otro cualquiera.
Las calles se vuelven intransitables, caóticas, los viandantes aumentan cuanto más nos acercamos a los puntos neurálgicos de la ciudad. Espero abstraerme del bullicio e ingresar en un espacio de distorsión en donde sea posible dejar de lado lo que me rodea y ensimismarme, algo utópico, lo sé.
Cada vez que termina el día y somos testigos del amanecer, tenemos la posibilidad de renovar nuestra voluntad, cambiar, pulir nuestros defectos, tener la disposición es un gran paso y comprometerse a llevar a cabo, aún más. Siempre tendremos planes, dentro de todo, esta es una oportunidad, un lapso para ponernos una meta.
No sé gestionar mi tiempo y tengo muchos proyectos en mente, soy sincero, me cuesta centrarme en una sola actividad, me disperso cientos de veces, se me hace difícil concentrarme. Me siento delante del ordenador y pasan cosas, abro cientos de ventanas, leo la misma cantidad de artículos, no todos de la misma calidad, se me suelen perder ideas en ese sendero de desconcentración. Uno de mis propósitos será el de administrar mejor mi tiempo y aprender a no perder la atención en bifurcaciones innecesarias.
Se dejan atrás muchas cosas y se consigue pasar a otras. Algunas temporadas son tan buenas que desearíamos que nunca terminen, otras, por el contrario, si se terminan antes mejor. Mientras siga saliendo el sol, las oportunidades de hacer mejor las cosas se restauran.

Mitchel Ríos

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